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domingo, 20 de octubre de 2024

 

Teatro en Cazorla

Desde la butaca

“Poncia”

David Gómez Frías

Marco: Festival de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 18 de octubre de 2024. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “Poncia”. Reparto: Lolita Flores. Autor y director: Luis Luque. Producción: Teatro Español y Pentación Espectáculos.

“Me callé, nos callamos, hasta hoy”, dice Poncia al inicio de su momento estelar. Todo lo demás ha sido silencio hasta que se da por llegado el momento en el que la boca no puede callar más, hasta que rompe el alma su condición de callada y rasga el hermético pecho para liberar las palabras, hasta que un grito desgarra las ventanas y rompe la hermética casa donde enmudecen tantos secretos. Ya no puede haber más silencio en la garganta de quien no debe hablar, de quien no debería si quiera conocer los secretos de la sangre, del amor o del odio, pero Poncia lo sabe todo. Ese es el tormento de una mujer fuerte, una mujer que ha visto la sangre joven desperdiciada, el amor joven y poderoso como el viento caer herido de muerte por la envidia, el odio viejo enquistarse en los corazones. Ya no puede haber silencio entre las paredes y las ventanas de la casa. Bernarda impone el luto de la vergüenza a las hijas que viven. La muerta, Adela, es ya ceniza y hay que callarla para que no vuele por las calles la vergüenza. Hay que dar muerte a Pepe “el Romano” aunque el plomo no le alcance, para callar la vergüenza. Y no ha de haber lágrimas, evitar el llanto es callarlo, silenciar la pena. Pero Poncia no puede callar, ella es ese conflicto que retuerce y enlaza el silencio con la palabra. Cómo callar el trino de un pájaro joven, cómo silenciar el odio que empuja al suicidio, cómo no aventar los secretos de las almas sucios por la envidia y la venganza. Poncia no puede someter las palabras y contenerlas en el interior de la casa, porque le hierven como un desgarro en el armazón del pecho, le supuran y suplican abrir los barrotes impuestos. Las palabras deben salir para liberar el alma o romperla definitivamente. Nunca el silencio ha sido un alivio para el pecho que no cicatriza. Este ha sido el contexto que nos han traído a Cazorla esta  ”Poncia” de Lolita Flores y Luis Luque. Un argumento que pudiera firmar el mismo Federico García Lorca si en su silencio de tumba ausente pudiera liberar las palabras. Y en este contexto, con este argumento, Lolita es una estrella oscura que lo ilumina todo. De ella emerge la voz, en su pecho se rasga la verdad de la palabra, su alma es ese pergamino que ya no callará por los tiempos de los tiempos. Este maravilloso ejercicio de interpretación es ya un bullicio permanente que siembra en la memoria de los amantes teatrales la razón, la pasión por este arte de la escena. Lolita Flores, en esta Poncia, solicita y se le concede el sello de lo eterno, conmovedor y apasionado que tiene la interpretación, la vida de su personaje. Mas es de rigor sentir admiración por el texto que da la voz y la vida a Poncia. Luis Luque pone en Lolita un espíritu que necesita abrirse el pecho para que entre el aire o salgan las palabras. Esta unión, de Lolita Flores y Luis Luque, se convierte en asombro y admiración para quienes hemos tenido y tendrán la suerte de ocupar una butaca del teatro, cuando Poncia abra la boca para no volver a dejar el alma en silencio. Podemos añadir, como un ingrediente tan valioso como el personaje, la intérprete, el autor y director, la poética presencia de la luz y su escenografía. Un conjunto íntegro, un regalo para el público, para la memoria de Lorca y para el arte del teatro.



Teatro en Cazorla.

2024

David Gómez Frías

 

Para nosotros, humanos absorbidos por la vorágine de la vida acelerada, vida que en los pueblos también está cogiendo un ritmo endiablado, supone un verdadero lujo distraer las emociones con el juego virtuoso del teatro. En Cazorla, este rincón bullicioso de nuestra provincia, se vive en este trimestre una buena prueba de lo dicho. Veintiocho ediciones de su festival de teatro dan para buscar en sus calles un remanso de cultural que fluye por las diversas expresiones escénicas. Rodeando la festividad del Pilar, toma inicio esta nueva convocatoria hermanando dos de los pilares que componen la extensa programación: el teatro de calle y su homónimo de sala. Con esto, quince compañías han dado la talla en los escenarios abiertos de las calles de Cazorla, así como en el espacio cerrado de La Merced. Comedias amorosas, acrobacias circenses, malabaristas que equilibran el humor y el riesgo, espectáculos multidisciplinares, momentos casuales e intencionados, realidades absurdas emancipando la vida impregnada de humor. Remitidos al programa, podríamos hablar en la brevedad de un par de líneas de las virtudes y el espectáculo de cada una de las compañías, pero baste con elogiar su alta calidad, su gran acierto con el público y su acertada siembra de emociones y risas, cuando no de sobresaltos y seriedades perfectamente argumentadas. 

Pero es de justicia hablar de los ejemplos que sobresalen y rompen las fronteras de la elevación escénica.En este sentido, el público presente en Cazorla, público que da carácter de nacional e internacional a esta programación teatral, escuchó el tierno y palpitante temblor del corazón con la deliciosa Claire Ducreux, quien expuso la sencillez hermosa de su trabajo Fleurir les abismes para lograr despertar en los presentes diversas emociones profundamente encadenadas. 

Impagable resultó Sureño piano trío, un concierto ofrecido por Diego Valdivia mientras acariciaba las teclas de su piano blanco, acompañado por Yolanda Pozo en la percusión y Daniel Velenzuela a la guitarra. 

Se diría que la fortuna utilizó su música para quebrarnos el pecho con la belleza desplegada en cada una de las composiciones interpretadas. Podemos destacar, sin duda, la frescura y el descaro de Col-lectiv FRENETIC en su espectáculo musical y acrobático Save thetemazo.org, que supuso una superposición de flirteos con la música de siempre. Poético, visual, inspirador, cercano son términos que dicen mucho de Mar, o de cómo sobrevivir a un tsunami, pieza creada por Rebe al Rebes para enfrentarnos al sentimiento cercano desde la perspectiva del humor, la música, la interpretación y el desgarro del suave del flamenco. Y de flamenco, que debería ser escrito con letras mayúsculas de pasión, hablamos al mencionar el Atrapados de Flamenco Nómadas. Su espectáculo resultó ser un sobrecogedor encuentro con la virtud más exquisita del arte inmaterial del flamenco.


Desgarro puro, voces que quiebran la quietud del alma, cuerpos que dictan sentencia sobre el vocabulario poético del movimiento, sobre un argumento que lleva a los seres protagonistas a descubrir sus más escondidos secretos. Inma La Carbonera rasgando el silencio con su garganta, Ana Salazar equilibrando el quejío de la voz con la fuerza de su cuerpo, Juan Amaya rompiendo el espacio y el callado viento con ese lenguaje propio que dictan los grandes bailaores, y Paco Iglesias a la guitarra, delicia de alas en los dedos, delicado capricho sonoro que emerge de la virtud de los maestros.


 

lunes, 4 de diciembre de 2023

Retorno al hogar-Desde la butaca


 Desde la butaca

“Retorno al hogar”

Grandeza teatral en Cazorla

David Gómez Frías

 

Marco: Festival de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 2 de diciembre. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “Retorno al hogar”. Reparto: Miguél Rellán, Fran Perea, David Castillo, Alfonso Torregrosa, Juan Carlos Vellido y Alicia Rubio. Autor: Harold Pinter. Dirección y adaptación: Daniel Veronesse.

 

A veces, no muy a menudo, el público es enfrentado a juegos de comprensión teatral que miden su afinidad con este arte de la actuación y la exposición. Cuando se hace desde el texto de un autor como Harold Pinter, acostumbrado a jugar con temas de calado social, resulta que se reclama al público una presencia activa en relación al hecho teatral al que asiste. No hablamos de una interactuación física, sino de un ejercicio que exige comprensión y un análisis enriquecedor que nos haga partícipes del juego al que invita el autor. En este ‘Retorno al hogar’ el espectador amante del teatro es invitado a asistir a la evolución psicológica de los personajes, involución podríamos decir, que invierte a los individuos desde un estado social y civilizado a otro en el que predomina la raíz animal del ser humano. El argumento corre por la espalda de una familia en la que sobreviven un padre con un hermano y tres hijos. El mayor de estos dejó el hogar familiar años atrás, huyendo de la vida violenta que en sus paredes se adivina. De inicio, los personajes procuran mostrar el espacio personal que cada uno reclama. Poder y jerarquía del padre, sumisión acordada del hermano de este, chulería y enfrentamiento con la figura paterna del hijo mayor de los presentes en casa, y casi anulación personal del hijo pequeño. Estos juegos de rol, atribuidos a cada personaje para conformar el perfil psicológico que otorga el autor, se balancean desde la violencia a la indiferencia, pasando por la humillación y pérdida de toda condición humana, capaz de burlar la identidad familiar por un desarrollado sentido animal no demasiado oculto. Este tránsito por la personalidad tan variable se acentúa con el regreso a casa del hermano mayor, del hijo mayor, del sobrino mayor, que se doctoró en filosofía y vuelve casado y padre de tres hijos. La mujer de éste será el desencadenante final de la ruptura del núcleo familiar, del que emanan los más viscerales sentimientos, los más profundos rencores, la más hiriente envidia, el más descarnado deseo. Sobre este texto de Pinter, Daniel Veronesse enjambra una composición teatral de alto valor escénico, desde el punto de vista de la interpretación y la dirección. Alto valor en cada uno de sus actores y actriz, concediendo a cada uno de ellos el sobrado estímulo que se espera y se reclama para sus personajes. Podríamos, sin duda, poner nota individual a cada uno, mas la valoración global concede el merecido premio al conjunto. Desde Miguel Rellán hasta Alicia Rubio, no queda un cabo suelto en una actuación general que hace relucir el honor de desarrollar este oficio de ser actor o actriz. Podríamos matizar caprichos individuales de la actuación, pero no se perdería la justicia del reconocimiento de un gran ejercicio actoral. Podríamos criticar detalles en la dirección, a priori desconcertantes, como el uso de risas enlatadas, aparentemente puestas como un absurdo incomprensible, pero que la actitud analítica del espectador es capaz de entender como un anuncio de cambio de escena o, lo que es más importante, como un anuncio de cambio de personalidad de los personajes. En definitiva, todo en su conjunto ha supuesto un regalo teatral para los que amamos este arte. El teatro en Cazorla debe darse por satisfecho con propuestas como ésta puestas sobre su escenario de La Merced. 

sábado, 18 de noviembre de 2023

Pandataria-Teatro en Cazorla

 


Desde la butaca

“Pandataria”

Esplendor de las artes escénicas

David Gómez Frías

 

Marco: Festival de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 17 de noviembre de 2023. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “Pandataria”. Reparto: Cayetana Guillén Cuervo, Chevi Muraday, Elio Toffana, La Merce, Basem Nahnouh, Chus Western. Textos: Laila Ripoll. Dirección y coreografía: Chevi Muraday. Compañía: Los Dedae.

 

‘La libertad es no tener miedo’ grita desde las entrañas la protagonista de este espectacular montaje de artes escénicas en el que se unen teatro, danza, música en voz rapeada o instrumental, una escenografía minuciosa en su diseño, pero aparente de vida propia, y una iluminación capaz de enmarcar por sí sola cada una de las escenas que se suceden. Pandataria es una prisión para las emociones del espectador, una prisión capaz de romper los esquemas de lo esperado, argumentando el devenir de sus personajes precisamente en el significado real e histórico de la isla Pandataria, que fue prisión durante el Imperio Romano. La mujer, con el hilo femenino que la une a la línea horizontal de la historia, en la que se repiten, como bucles, ciertos episodios de sus páginas, se convierte en presa a la voluntad y el rechazo del ser humano hombre. En la mujer se ven reflejados los desechos de una sociedad que no perdona, que rechaza al diferente, que señala, que marca para diferenciar a aquellos que la amenazan con su diferencia espiritual o geográfica. La condena es a veces una herida en la herencia biológica, otras no es más que una distinción en el color de la piel o una cuna tan pobre como el hambre de la tierra. Pero este montaje, al margen de sus queridas connotaciones históricas, es un canto profundo a la libertad del individuo. La libertad es no tener miedo, es tener una canción, un recuerdo, una voz interior que te emancipe tu valor individual y distinto, aunque el instinto te lleve a buscar la aceptación del grupo. Pandataria, esta Pandataria traída por Chevi Muraday e interpretada, en su aspecto más teatral, por una genial Cayetana Guillén Cuervo, provoca el tránsito del caos y el miedo existencial hacia un ejercicio de liberación que invita a poner como límite el mismo cielo. Sobre el escenario, esta muestra de caos inicial se desarrolla sobre una delicada línea poética en la que encuentran su equilibrio la palabra, el cuerpo en movimiento, la interpretación, la imaginación que busca un resultado extraordinario. Luz y música, palabra y voz, pasión y lujuria de movimientos narrativos con los que se acompaña la longitud del argumento. Todo es en Pandataria un ejercicio completo de conocimiento magistral sobre este arte del escenario. Allí donde se quiere la fuerza del teatro puro, que se eleva sobre el texto, se muestra sobresaliente Cayetana. Allí donde se pide el perfecto maridaje del movimiento, leído en grito por los cuerpos, está la excepcional visión de Muraday. Allí donde se quieren mostrar los distintos escenarios requeridos por la argumentación está la imaginación escenográfica y la luz. No puede haber indiferencia ante un espectáculo que causa esta impresión. Posiblemente el agradecimiento del aplauso final no sea suficiente para premiarlo porque, con toda seguridad, se hace necesaria la memoria. Es en la memoria donde permanece el valor de las atrocidades humanas, tanto como la virtud que las contradice. Es en la memoria donde nos perdura la manera de contar las cosas y esta Pandataria, sin pesar alguno, evitará en nuestra mente el temblor del poderoso olvido. 

jueves, 16 de noviembre de 2023

El cielo de Sefarad


 

Desde la butaca 

“El cielo de Sefarad” 

Los mensajes eternos

David Gómez Frías 

 

Marco: Festival de Teatro de Cazorla. Ciclo: Teatrino. Fecha: 14 de noviembre de 2023. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “El cielo de Sefarad”. Reparto y Títeres: Julie Vachon, Francisco de Paula Sánchez, Lorena Fernández. Música: Enrique Pastor.  Dirección: Larisa Ramos, Julie Vachon, Francisco de Paula Sánchez. Producción: Claroscuro.  

 

Quizás no nos demos cuenta pero para eso sirve el teatro, para recordar que cualquier tiempo pasado, con el mismo perfil de sus personajes, se repite como una condena de bucle histórico del que nadie parece querer aprender. Aunque tal vez sí nos demos cuenta, desde nuestra zona de confort,  de que esa repetición no nos afecta porque siempre toca vivirla a otros, alimentando así la hipocresía humana. Tal vez por esta razón hacemos necesaria la literatura y las historias de la literatura, porque en ella encontramos la memoria de lo que fue y en ella dejamos escrita la memoria de lo que es y será. Especialmente expositiva es la literatura que necesita de un escenario para contarse, adquiriendo esta, desde el escenario, una especial riqueza. Para una mente infantil que acude al teatro sólo existe la historia que se cuenta en ese momento, sin línea temporal que dé amplitud a su mundo. Un niño, una niña entiende la historia por lo que ve y vive a su alrededor o, con la ayuda de la tecnología de nuestro mundo actual, lo que ocurre en las pantallas que hablan de otros lugares y otras vidas. Tal vez por eso la lectura profunda de un argumento teatral deba hacerla el adulto que asiste al teatro, que acompaña y se enriquece junto al niño de todos los matices que el argumento trae consigo. Esto es lo que consigue Claroscuro con su obra "El cielo de Sefarad", contar una historia de injusticia humana que se repite desde hace siglos. Lo hace narrando desde la ternura de los títeres y tocando la sensibilidad de público pequeño y adulto sobre un tema que conlleva la humillación permanente del ser humano. "El cielo de Sefarad" cuenta la historia de Noa, una niña judía en la España de los reyes católicos que vive en primera persona la injusticia de una expulsión. Por capricho de quienes tienen poder sobre la historia, Noa tendrá que despedirse de todo aquello que le es familiar, tendrá que abandonar su hogar en España (en Sefarad), a sus amigos Pedro y Fátima y tendrá que andar por el mundo soñando con volver al pasado que la expulsa, porque los corazones heridos no encuentran un lugar para quedarse como aquel en el que dejaron anclada su vida. Este argumento y la delicada didáctica empleada por Claroscuro colmaron la sensibilidad humana de pequeños y adultos, porque una historia no tiene valor por sí misma si no se sabe contar. "El cielo de Sefarad" se cuenta con verdad y ternura, con humor y tristeza, porque habla de una historia que encierra un mensaje que parece eterno. "El cielo de Sefarad" es una pequeña gran producción, llevada a los escenarios por quien sabe dar vida a los títeres y aliento al corazón.   


martes, 7 de noviembre de 2023

Estación Paraíso-Teatro en Cazorla

 



Desde la butaca

“Estación Paraíso”

Una maravilla nacida del corazón

David Gómez Frías 

Marco: Festival de Teatro de Cazorla. Ciclo: Teatrino. Fecha: 6 de noviembre de 2023. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “Estación Paraíso”. Actriz: Elisa Ramos. Dramaturgia: Joaquín Casanova y Elisa Ramos. Dirección: Israel Sola. Producción: La Maquiné.

 

A la salida del teatro, en una mesa fácilmente localizable, junto a la breve información sobre la obra que acabábamos de aplaudir, alguien colocó un libro de firmas en el que se iban acumulando mensajes que ponían valor al espectáculo teatral visto. Uno de los mensajes decía: "Una maravilla nacida del corazón". El autor de aquella breve opinión no iba mal encaminado porque La Maquiné lo ha vuelto a hacer. Esta creación narra el último viaje de una vieja titiritera con la memoria más perdida que útil. En tanto espera el tren que ha de llevarla a su última estación reinicia su relación olvidada con los títeres que la han acompañado a lo largo de su vida. Títeres de cuento, de amor y de esperanza, porque en esta relación suya, propiciada por la espera en la penúltima estación, se va descubriendo una bonita vida no exenta de amor, de sacrificios y de un trato con la Pelona (la muerte) firmado con latidos de corazón que buscan evitar que ella duerma para siempre. Nuestra protagonista va recordando quién es, qué ha hecho y ha sido en su vida, quién ha pasado por ella y a quién ha amado. No llegará a descubrir el sentido y el porqué de aquel amor que trató con la Pelona cambiar una vida por otra, pero siente en los latidos de su corazón que en la Estación Paraíso tendrá una segunda oportunidad de encontrarse con el gran amor. Esta historia nos la cuenta La Maquiné sobre un pequeño escenario ideado para la ensoñación, la ilusión y la complicidad sentimental del público pequeño o grande. Lo hace además con la creatividad mágica que requiere una mente infantil, un espíritu de niño ya viva encerrado en un cuerpo menudo, en uno adulto o en un títere que necesita el aliento vital para moverse, utilizando elementos sencillos, imaginación inteligente y mucha dulzura en el trato de la historia. Una historia con mensaje implícito, con una verdad innegable en su argumento, pero contada con tanta delicadeza que parece que no duele, que invita a aceptar la última estación, la estación Paraíso, como un punto y seguido que favorece el encuentro y la celebración de los momentos más dulces de nuestras vidas. Una forma, en fin, delicada, sencilla y bella de convencernos de que la vida es un viaje que va acumulando su equipaje en cada una de las estaciones. Un viaje que nos hace madurar hasta convertirnos, otra vez, en niños ilusionados. Con todas estas herramientas nos golpeó el pecho La Maquiné: una dramatización contagiosa en el personaje encarnado por Elisa Ramos, una estupenda secuenciación musical y un desarrollo técnico global lleno de conocimiento y pálpito infantil.    


domingo, 5 de noviembre de 2023

Contracciones-Teatro en Cazorla


 

Desde la butaca

“Contracciones”

David Gómez Frías

 

Marco: Festival de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 3 de noviembre de 2023. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “Contracciones”. Reparto: Candela Peña y Pilar Castro. Autor: Mike Bartlett. Adaptación: Jorge Kent. Dirección: Israel Sola. Producción: Producciones Come y Calla.

 

Dejemos en el aire una pregunta sencilla: ¿para qué sirve el teatro? Demos por supuesta una respuesta no tan sencilla: el teatro es una suma de varias partes que, juntas, ponen al ser humano frente a sí mismo. Luego, el teatro es una interactuación final a la que se llega cuando se han unido todas las partes que lo hacen posible, siendo la última aquella que añade la presencia del público. Este, el público, ha colgado por cuarta vez en esta edición del Festival de Teatro de Cazorla el cartel de ‘entradas agotadas (sold out)’, quizás porque, como vienen a criticar algunos, hay demasiados rostros televisivos, haciendo de esta una razón más que suficiente para llenar las butacas de La Merced. Es cierto que no siempre un rostro conocido conlleva el cartel de buen teatro, pero el programa conseguido para Cazorla muestra desde su inicio una sucesión de rostros de pantalla que vienen a dejarnos un excelente nivel teatral. Este es el caso del último cartel al que se le cuelga el faldón de entradas agotadas. A saber, “Contracciones” no tiene, en principio, nada que ver con el proceso que sufre el cuerpo de una mujer cuando se acerca el momento del alumbramiento del hijo o la hija que vive en su interior. Este “Contracciones” teatral tiene que ver con las emociones que, en sus altibajos, rompen el equilibrio necesario del ser humano. Sobre el escenario dos magníficas actrices, en registros medidos y excelentes para el espacio y el tiempo que requiere una función teatral. Dos mujeres que cuentan una historia que distorsiona una realidad presente, llevándola al extremo de su exposición, pero que deja en el aire una serie de preguntas y reacciones en el público, capaces de provocar la risa tanto como la ira interior contenida. “Contracciones” nos cuenta la relación de Emma, una trabajadora modelo, con la compañía que le da trabajo, personificada ésta en una mujer sin nombre, sin vida, sin emociones más allá de lo estrictamente deseado por la empresa. Se establece una relación laboral que va excediendo los límites de acceso a la vida privada del empleado por parte de la ‘parte contratante’, dando lugar a extremos difícilmente concebibles hoy en día. Aunque, si analizamos las necesidades de nuestra impuesta vida social actual, tal vez no sea tan descabellado el argumento de esta dramatización. Lo que sí podemos dar por cierto, una vez aplaudido el resultado final de las partes teatrales que se juntaron el pasado viernes en La Merced de Cazorla, es que los dos personajes que desarrollan el argumento parecían cortados a la medida de Candela Peña y Pilar Castro o ¿era al contrario? Tras la sobresaliente actuación de ambas, daba la sensación de que fueron los personajes quienes eligieron a voluntad a las actrices que debían darles vida, con un acierto tan equilibrado que no dejaba opción a imaginar algo distinto. También a la parte técnica: dirección, escenografía, luces y sonido podemos darle alta nota, pues a su buen hacer se debe el aplaudido resultado final. Debemos, por tanto, una vez separadas las partes, desde la condición de público que abandona la sala y queda a la espera de ser llamado, nuevamente, para forma parte del beneficio emocional este arte, que el programa teatral en Cazorla, en esta edición 2023, sigue dándonos en el gusto, permitiéndonos formar parte de eso tan bueno que es el Teatro.

 


sábado, 28 de octubre de 2023

El sonido oculto-Teatro en Cazorla

 



 “El sonido oculto”

David Gómez Frías 

Marco: Festival de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 27 de octubre de 2023. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “El sonido oculto”. Actores: Toni Acosta, Omar Ayuso. Autor: Adam Rapp. Versión y Dirección: Juan Carlos Rubio. Producción: Txalo Producciones.

Si la idea es ganar un Premio Pulitzer no podemos infravalorar la literatura en su valor más elevado. Si la idea es hacer una obra de teatro de un texto finalista de un Premio Pulitzer, podemos entender que la literatura dramatizada será de gran calidad, pudiendo cometer el error en el ejercicio de dramatización, con su puesta en escena, de no alcanzar el valor de interpretación que se requiere, dando así un golpe mortal a la misma literatura. Afortunadamente, en muy contadas ocasiones sucede que la literatura narrativa, contada a modo de literatura escénica, se lame sus propias heridas una vez llevada frente al tribunal público. No es el caso de la adaptación de “El sonido oculto”, traída a Cazorla bajo la dirección de Juan Carlos Rubio, con la interpretación de Toni Acosta y Omar Ayuso. De inicio, un monólogo narrativo, utilizado a modo de introducción necesaria para que el espectador llegue a posicionarse en la historia, desvela un texto fluido, una literatura alta, de calidad, capaz de captar la atención del espectador en las palabras que, dichas en una tercera persona que narra directamente o formadas en diálogos con alta carga psicológica de los personajes, por sí solas son la calidad literaria de “El sonido Oculto”. Puesto en valor el texto, encontramos una voz principal que narra en tercera persona e interviene en primera, llevando un peso sostenido y muy bien soportado, para dar juego al ejercicio propio del teatro: actuar e interactuar sobre el escenario y hacia el público. Esta labor de peso recae en Toni Acosta dando vida con una excelente interpretación, en los diálogos directos o sobre la tercera persona, a Julia Martín, profesora universitaria de escritura creativa. A su lado, asumiendo el papel de contrafuerte en los diálogos propuestos, Omar Ayuso, escondido en la piel de Hugo Barroso, enlaza con altura sobrada la exigencia de no debilitar el equilibrio bien medido del conjunto escénico. En “El sonido oculto” se habla de libros, de literatura, de genios literarios que son ejemplos universales. Se habla de la vida, de la enfermedad terminal, de las emociones que ocultan posibilidades remotas de un amor. Se habla del oficio de escribir para narrar vidas que deambulan en su propio tormento, para exponer almas que generan un amor asomado a los prejuicios que lo hacen imposible. Ese sonido oculto habla también de las imágenes literarias que lo dicen todo. Imágenes que identifican el vacío espiritual de los personajes, el vacío anímico, tan presente en el decorado de estantes deshabitados, sin libros, sin vida, un decorado que no espera la nieve callada porque lleva tiempo viéndola reposar sobre todas las cosas a modo de abandono, de posible muerte, de anunciada tragedia o repentino milagro. Porque un porcentaje diminuto de esperanza es una línea delgada que recompone o abandona las almas. He aquí el meollo argumental de esta obra: un alma en crecimiento, sobrada en prepotencia, pero realmente temerosa de su propio fracaso, y otra alma alejada de la esperanza, pero repleta de los conocimientos y las palabras que han dado vida a tantos personajes y a no menos finales en el extenso abanico de la literatura universal. Así, “El sonido oculto” ha sido un grito de teatro excelente, contenido en el alto valor de la literatura. 


sábado, 21 de octubre de 2023

El beso de la mujer araña-Teatro en Cazorla

 

Desde la butaca

“El beso de la mujer araña”

David Gómez Frías

 


Marco: Festival de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 20 de octubre de 2023. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “El beso de la mujer araña”. Actores: Eusebio Poncela e Igor Yebra. Autor: Manuel Puig. Dirección: Carlota Ferrer.   Ayudante de Dirección: Manuel Tejera.

 

A Valentín no le gusta que Molina tararee boleros, a Molina le encanta sentir y expresar que los boleros son como la vida misma: sentidos, melodiosos, apasionados. A Molina lo que de verdad le gustan son las películas, sobre todo aquellas que son reflejo del interior femenino, de su interior femenino cada vez más expuesto y asimilado. Valentín es un revolucionario, un burgués renegado de sus orígenes, que sueña con cambiar el mundo entre sesiones de tortura. Molina tiene cuerpo de hombre y quiere vivir con el ritmo elegante de su alma de mujer. Valentín se niega a explorar su lado femenino. Y en el fondo, son dos personajes que pueden manifestar la lucha interior de un solo ser humano, preso en su propia prisión interior. Manuel Puig, autor de la novela “El beso de la mujer araña”, los sitúa encerrados en una prisión argentina en tiempos de represión, tiempos en los que los revolucionarios son perseguidos y torturados precisamente por enfrentarse a la represión y la tortura del poder sobre el pueblo. Mientras que los homosexuales son encerrados para sanar una incorrección, por el miedo a lo femenino que pueda haber en un hombre, porque la ignorancia deja para después, o para nunca, la necesidad de aceptar el lado femenino de cada hombre y viceversa. Valentín quiere seguir aprendiendo en la celda, a Molina le gustan las películas y tararea, de vez en cuando, algún bolero. Pero cuando llega la noche y se apaga la luz, aquel ya no puede leer y este gana terreno narrando las historias de cine que le han fascinado. La narración de uno y el miedo a la oscuridad de otro va desarrollando el argumento. Este es el hilo narrativo de aquella novela y de esta versión teatral: dos presos antagónicos que irán acercándose a medida que la convivencia se convierte en un descubrimiento personal. No es un error afirmar que esta versión pudiera ser la línea melódica de un bolero: una melodía lineal, aunque profunda y francamente expresiva. Al cabo, ni en Eusebio Poncela (Molina) ni en Igor Yebra (Valentín)encontraremos altibajos excesivos que rompa dicha apariencia lineal de la historia, pero es en ese tono contenido donde se logra encontrar el expositor emocional de los personajes, tanto desde su punto de vista individual como desde aquel que nos dicta la firme convicción de que su vida temporal en común provocará (lo hace en presente durante la función) un cambio interior capaz de enriquecer sentimentalmente a ambos. Esta es la fuerza de la versión traída a Cazorla de aquel “beso de la mujer araña” de Manuel Puig. Bajo la dirección de Carlota Ferrer, Poncela y Yebra consiguen enmarcar dos personajes en evolución, liberados de apretados corsés demasiadas veces autoimpuestos. Poncela, con su voz peculiar, enmarcó un ejemplo de lo que debe llegar a ser un gran actor: aquel que, en la duración de la obra, permite que el personaje viva y desplace al actor, que volverá a la vida cuando llegue el aplauso final. Yebra debe permitirse doblegar la entonación de su voz en directo para que su personaje parezca y aparezca más cálido y cercano. Al fin y al cabo, todo es un ejercicio de liberación, incluido el beso que ha de justificar el significado de la extendida y emocional tela de araña, tanto como la liberación de la omnipresente amenaza de la pantera interior.   

domingo, 4 de diciembre de 2022


 

Desde la butaca

“Guerrero”

Maravilla Flamenca

David Gómez Frías

 

Marco: Festival Internacional de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 2 de diciembre de 2022. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “Guerrero”. Baile: Eduardo Guerrero. Cante: Anabel Rivera, Pilar Sierra y Samara Montañez. Guitarra: Juan José Alba. Dirección musical: Javier Ibáñez y Juan José Alba.  Compañía: Eduardo Guerrero.

 

En la antigua China, hace veinticinco siglos, el general y filósofo Sun Tzu escribió El arte de la guerra, un libro compuesto por trece capítulos dedicados cada uno a un aspecto bélico. Sus enseñanzas son interpretadas hoy día, y llevadas a la práctica de la exigencia vital actual, con inquietud de crecimiento personal. Frases pequeñas de su contenido son extraídas a modo de lecciones que conforman el itinerario de crecimiento personal de cada vez más individuos. Eduardo Guerrero lo ha hecho para llevar la filosofía militar del maestro Sun Tze al arte del flamenco. En su cartel promocional, bajo título, aparece una lección extraída del mencionado libro “El arte de la guerra”: ‘La mejor victoria es vencer sin combatir’. Pero lo vivido en el teatro de La Merced, como cierre del FIT Cazorla fue un combate puro de emociones y quebrantos en el escenario y en el público. Aquellos entendidos en este arte inmaterial de la humanidad dirán que Guerrero pasó por múltiples palos, por distintas estructuras flamencas, serán capaces de distinguir saetas de seguiriyas, bulerías, nanas o serranas, hablarán también del refinado estilo del interprete, de su maestría o atrevimiento. Aquellos que sólo recibimos el producto final, sin olvidar el valor que hay que otorgar a cada proceso creativo, cultivado desde los orígenes infantiles del artista, apenas podemos sobrecogernos, dejar que se sobresalten todos nuestros sentidos y volar, taconear, soltar bravos al aire y contener alguna lágrima que quiere estallar, correr por tanta emoción contenida. Al fin y al cabo, eso fue ‘Guerrero’, un tránsito emocional, un paréntesis desgarrado de taconeo en el escenario que extendió su contagio a vuelo rasante sobre los ocupantes de cada una de las butacas. El arte de Guerrero viajó por los perfiles femeninos y masculinos de una creación efímera capaz de sobresaltar los espíritus tranquilos del público. Desgarro de guitarra sobre el silencio, taconeos, contornos y voces que atravesaban el pecho para ampliar el corazón ya henchido de arte. Movimientos contenidos o desbocados, femeninos y delicados, toscos de soldado combatiente en aquello de los amores distintos, traiciones distintas, perdones distintos. Voces que alcanzan la textura de todas las almas, alzando los desgarrados timbres sobre la intención colectiva del agradecimiento hacia un regalo de alta intensidad emocional. Al fin, todo lego en la materia debamos entender el flamenco, toda la exposición que lo acompaña, como una queja de alma que no puede ser contenida en el espacio limitado de los cuerpos, un quebranto del espíritu que se eleva sobre la provocación de la guitarra, que gime desde las gargantas que contienen hasta lo insoportable el dolor o la alegría, que mueve, retuerce, lleva en vuelo delicado el movimiento del cuerpo traductor hasta dar alcance al sagrado vínculo del arte. ‘Guerrero’ pasó por nuestro pecho para dejar cicatrices en la memoria, para llamarnos a despertar y permanecer anclados en la belleza inmaterial del flamenco. La mejor victoria es vencer y convencer con el arte que vuelve trémula el alma.

martes, 29 de noviembre de 2022


 

Desde la butaca

“Que salga Aristófanes”

Supongamos

David Gómez Frías

 

Marco: Festival Internacional de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 27 de noviembre de 2022. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “Que salga Aristófanes”. Artistas: Ramón Fontseré, Pilar Saenz, Dolors Tuneu, Xevi Vilá, Albert Castrillo Ferrer, Angelo Crotti. Dirección: Ramón Fontseré. Dirección de escena: Alberto Castrillo Ferrer. Dramaturgia: Els Joglars.  

 

Supongamos que la sociedad avanza en tecnología, derechos y tonterías. Supongamos que estamos perdiendo la cabeza, el norte, la compostura,  con posturas sociales irrelevantes y nacidas solamente para el postureo inútil y caduco. Supongamos que el sentido común es una herida cicatrizada que apenas nos deja un regusto a pasado rancio. Supongamos que el sabor de la actualidad es tan sumamente serio que no  cabe sobre él más que una interpretación cómica, tan absurda y profunda como la pretendida seriedad de las cosas que debieran ser más sencillas. En este suponer, que podría ser incesante y no perecedero, podríamos conseguir desarrollar un ensayo intelectualmente cómico que enfrentase las razones de la locura, alcanzada por vacío cultural, con la cuerda actitud de los que viven amparados por lo políticamente correcto. En este juego de locuras que no lo son tanto y corduras que necesitan revisión tiene significado el trabajo más reciente de Els Joglars. Porque “Que salga Aristófanes” no es nada más y nada menos que eso, un juego de crítica sustentada en hilarantes conexiones con la comedia griega. Un compendio de saber hacer teatro tan absurdo como profundamente incisivo en su llamar las cosas por su nombre. No se deja escapar lo moral y lo ético, el valor otorgado a la cultura y el peso de no saber apreciarla, el capricho político y su capacidad para instrumentalizar los avances sociales, así como su propia incapacidad para dejar de provocar situaciones pueriles o acotar la manoseada libertad de expresión. Este ‘Aristófanes’ de Joglars no deja títere con cabeza mostrando llagas que se presentan como avances, cicatrices que llegan a alcanzar por incompetencias demostrables al propio vehículo originariamente vertebrador de una sociedad: su lenguaje y el uso pretendido que del mismo se quiere imponer. Sesenta años de teatro para cualquier compañía son demasiados, pero Joglars parece mantener intacta la fórmula de su longevidad: buen hacer, un concepto finamente desarrollado de lo que debe ser el teatro, equilibrio actoral por el cual se hace imprescindible el personaje pequeño tanto como el principal, una dirección escénica milimétrica, un alarde técnico consolidado en la experiencia, y una pasión por la burla y la risa capaz de dar significado a la misma locura. El hilo principal del propio argumento ya es, de por sí, un ingrediente provocador para una generación teatral surgida del imaginario de Joglars: la reeducación cultural de los individuos. “Que salga Aristófanes” es un manual de libro para quien, en este día a día, no se entera de nada, ni se siente protagonista de una crónica tomadura de pelo.


domingo, 13 de noviembre de 2022


 

Desde la butaca

“La panadera”

Ese teatro incómodo

David Gómez Frías

 

Marco: Festival Internacional de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 11 de noviembre de 2022. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “La panadera”. Reparto: César Gambeiro, Sandra Ferrús, Elías González, Susana Hernández, Nartxelo Rubio. Texto y Dirección: Sandra Ferrús.   Producción: Centro Dramático Nacional, Açafrao Producciones, El Silencio Teatro, Iria Producciones.

 

La palabra dramática puede llevarnos a la risa, puede encender sensaciones de bienestar capaces de hacernos sentir pasión por este arte, pero el teatro tiene la obligación social de ponernos frente a un espejo y señalarnos con el dedo. El teatro tiene la obligación de hacernos sentir incómodos en la butaca, ya con el argumento, ya con sus personajes, ya volando raso sobre una realidad social que lleva al desamparo a sus propios protagonistas. Eso es, ha de ser también el teatro: un dedo en la llaga, una palabra que hiere sobre el escenario porque deja al descubierto las conciencias del público, un reclamo que logre identificar, justificar, llevar a la empatía al público con el reparto de un montaje. Cuando esto sucede, cuando el ejercicio teatral consigue remover conciencias, cuando al espectador le duele aquello a lo que asiste por la sencilla razón de mostrarse absorbido y empático por el argumento y con sus personajes, entonces sucede que estamos asistiendo a un trabajo teatral de enorme calidad. “La panadera” mostrada en La Merced ha sido eso, un extraordinario ejercicio teatral capaz de remover la cómoda postura del espectador. Su argumento, de rabiosa actualidad, nos acerca a las dificultades emocionales de una familia normal que ve roto su equilibrio por una sombra del pasado. Este argumento trae a nuestros días un vídeo de contenido sexual, que su protagonista grabó en un tiempo anterior a su propia familia. El furor social de nuestros días da con dicho vídeo en las redes sociales, iniciando así un proceso de escarnio público, vergüenza, dolor, destrucción, humillación, juicio. Frente a este acoso social la familia impone la confianza, el amor, el abrazo como símbolo de unión y soporte, así como un negarse a la derrota que provoca la grieta de la desnudez. Con estas ligeras palabras se resume un argumento que hace y requiere una muy merecida recomendación para asistir a cualquier otra representación de “La panadera”. Por sí sólo podríamos decir que hablamos de un argumento corriente, pero la justicia a este paréntesis teatral tiene en sí mayor justificación que la meramente argumental. Si por actual no hacemos el juicio de valor correcto, es necesario afianzar el valor de esta historia en la dificultad de su narración, consiguiendo su autora hilvanar un juego temporal de difícil encaje pero resuelto con equilibrio e imaginación. A un texto complicado añadimos una no menor puesta en escena dinámica y atractiva, así como un trabajo técnico medido y cercano a la perfección. Pero el mayor valor de “La panadera” lo encontramos en su trabajo de dirección y en el oficio de los actores que componen el reparto. En conjunto, se hace preciso poner en valor a todos los actores, quienes logran una naturalidad en su actuación capaz de llevar al espectador a la empatía absoluta con sus personajes. Pero sobre ellos y sin menosprecio de nadie, Sandra Ferrús hace vivir a un personaje herido y roto, logrando llevar el significado de su actuación al mérito propio de las grandes actrices. Resumir en breve la exposición de “La panadera” nos lleva al teatro incómodo de rabiosa actualidad, puesto en el escenario con el trabajo excelente de un equipo que aúna en buena mezcla una muestra teatral de nota excelente.  

domingo, 6 de noviembre de 2022


 

Desde la butaca

“Silencio”

Ingredientes del teatro eterno

David Gómez Frías

 

Marco: Festival Internacional de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 4 de noviembre de 2022. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “Silencio”. Actriz: Blanca Portillo. Autor y Dirección: Juan Mayorga.   Producción: Avance Producciones Teatrales.

 

Sucede pocas veces, en tan contadas ocasiones que no siempre se lleva la cuenta ni en la palabra que habita nuestra memoria, ni en aquella que se enfrenta a la eternidad puesta sobre blanco. Quizás por eso hay que dar carácter de permanente en los dos ámbitos, el de la memoria que no ha de olvidar y el de la palabra escrita que nunca se ha de borrar, el milagro teatral que tuvo lugar sobre el escenario de La Merced. Otros escenarios lo han vivido antes, otros muchos lo vivirán después si en el momento que ocurre se le concede la condición innegable de algo milagroso. No es esto palabrería gratuita, el Teatro de La Merced, de Cazorla, ha vivido, sentido, se ha emocionado, ha aplaudido un ejercicio teatral que pudiera ser etiquetado como un hecho realmente divino. Divino porque las circunstancias han querido que se reúnan los ingredientes necesarios para esa mezcla que precisa un toque elevado de gusto y amor por el teatro. No es menospreciar al resto, sino alzar la luz de una creación teatral que por sí sola se coloca sobre las demás y lo hace como ejemplo humilde, intelectual y con tremendo respeto y admiración hacia la historia misma del teatro. Y es que, analizando los ingredientes, el mejor autor teatral del momento, su discurso de acceso como Miembro de la Real Academia de la Lengua Española y Blanca Portillo, de la que no cabe decir más, no se puede esperar más que la realidad de lo permanente en ese milagro continuo que es el teatro. Ya tiene algo de milagro el hecho mismo de que un autor teatral alcance la gloria lingüística de convertirse en Académico, pocos dramaturgos le han precedido con tanta claridad. Mayor gloria es que, en su aparente timidez e introversión, Juan Mayorga redacte un ‘Discurso de acceso’ que logre aunar sencillez, intelectualidad, conocimiento y belleza literaria al mismo tiempo, sin mayor intención que dar brillo a un acceso, a la apertura de una puerta que guarda al otro lado, en su interior, la delicada tarea de dar brillo a las palabras. Y lo hace con un discurso en el que alaba la teatral y necesaria figura del ‘silencio’, marcando un recorrido histórico y literario sobre el valor ahora pasivo ahora activo, siempre contenido, del silencio. Esta justificación necesaria la lleva a cabo precisamente con la única herramienta clara con la que el ser humano rompe sin estridencias ese silencio: la palabra, la palabra escrita, sosegada, literaria y brillante de alguien que ha sido llamado a ser protector de la misma. Tenemos, por tanto, un dramaturgo que quiso ser poeta y acabó haciendo un discurso por ser autor de teatro, tenemos un discurso que viene a ser una pequeña joya literaria de un autor que hace teatro y, para no romper con su verdadera y aplaudida vocación dramatúrgica, se hace necesaria un actor, una actriz con la que poder llevar a los altares del teatro el contenido literario del discurso. Blanca Portillo es el ingrediente final. No hay más que decir. Posiblemente no sea necesario hablar de un antes y un después en el trabajo de Blanca, porque una trayectoria como la suya hace complicado marcar estos momentos de cambio de registro, ella será portadora de este sólido secreto personal. Lo que sí ha dejado claro en Cazorla es que sobre este trabajo se hablará largo y tendido entre los amantes del teatro. Y he aquí el milagro: Mayorga, un discurso y Blanca, que, mezclados con esa paciencia que alumbra a los elegidos, conforman la virtud por la que sobrevive el teatro más allá de los siglos, un milagro escénico que reconforta a los amantes incondicionales del teatro. En la venidera línea cronológica que marca la historia de este arte, para retenerlo en nuestra memoria, el año 2022 marcará con claro brillo la unión Juan Mayorga-Blanca Portillo, como en el pasado lo hicieron nombres unidos por el teatro como Lorca-Xirgu. Silencio, Mayorga dirige, Blanca actúa. Silencio, he dicho silencio. Silencio.

martes, 14 de diciembre de 2021


 

Desde la butaca

“La pasión de Yerma”

David Gómez Frías

 

Marco: Festival Internacional de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 11 de diciembre de 2021. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “La pasión de Yerma.”. Reparto: María León,  Jorge Monge, María Paz Sayago, Lucía Espín, Diego Garrido. Dirección: Pepa Gamboa.  Textos: Lola Blasco a partir de “Yerma” de Federico García Lorca. Producción: Compañía Seda.

 

A nadie escapa el valor de nacimiento que se le concede a un texto con el mero hecho de mencionar que Lorca tiene algo que ver con él, por muy alejada o muy cercana que la nueva criatura teatral quede del argumentario escénico original del dramaturgo granadino. Lo que sí debemos, como público, es entender la diferencia constatable y anunciada entre un texto original del autor mencionado y una versión adaptada, una visión personalizada en el tiempo y el espacio. Con este “a priori” bien entendido, el resultado final de nuestra experiencia desde la butaca puede ser muy distinto a lo esperado. Lorca es y será por siempre un clásico recurrente de nuestro teatro, al margen de connotaciones vitales más o menos dramáticas, puesto que no de su muerte, provocada por desgraciados personajes y oscuros momentos, sino de su obra nace el mito. El mito se hace clásico y a los clásicos se recurre para hacer lecturas actuales, con lenguajes que mezclan aquel modo de decir con estas historias de hoy, que no podemos callar. Esta pasión de Yerma es eso: aquel lenguaje de Lorca, desgarrado y poético, conviviendo con éste otro, ligero, poco profundo, actual, que narra las historias de ahora, que son las historias de siempre, también las de Lorca. Esta pasión de Yerma toma las vísceras individuales y sociales, idénticas en todas las épocas, para darles el maquillaje conforme a una visión contemporánea. Y toma el mismo pulso de entonces a una sociedad que, mirándose al espejo, parece no haber evolucionado. Aunque estamos ante algo nuevo que exprime al original que le sirve de base, los cambios sostienen una Yerma que sigue siendo reflejo de la mujer rural. Prisionera de un entorno machista que va marchitando su verdor de mujer, marcada por una sociedad que esconde bajo el polvo la mirada hacia el cielo de los espíritus presos. Esta Yerma mantiene el fuego y la pasión contra el abandono, del mismo modo que extiende su pecho contra los límites sociales. En el texto lorquiano puede leerse en boca de la Lavandera 4ª, en esta versión anulada, que “No es lo mismo una mujer mirando a unas rosas que una mujer mirando a los muslos de un hombre” y de esta cárcel social pedía y sigue pidiendo Yerma liberarse. En sí, podemos aplaudir el fuego, la pasión, la sed de Yerma en la piel de María León, como podemos reconocer a Lorca en los personajes que la acompañan y en el conjunto de la obra, tanto como en ese lenguaje parcial e inconfundible que llena los espacios cortos de duende lorquiano. Es cierto también, dando que hablar a la crítica constructiva, que, a veces y no pocas veces, se hace necesario un tono más elevado de voces y dicciones para no adormecer ni lo nuevo de la historia, ni lo traído del original. En definitiva, un Lorca suavizado pasó por La Merced, pero un Lorca reconocible en la licencia de la adaptación. Como diría la Lavandera 1ª “Con una aguja de hacer calceta ensartaría yo las lenguas murmuradoras”,  porque esto es el teatro: aquello que nace de lo que ha sido y es bueno por sí solo.

 

 

jueves, 9 de diciembre de 2021


 

Desde la butaca “Malditas plumas”

David Gómez Frías 

Marco: Festival Internacional de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 4 de diciembre de 2021. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “Malditas plumas.”. Autoría, Dirección e Interpretación: Sol Picó. Dirección y composición musical: Aurora Bouzá, Pere Jou (Teleman Rec.).

A qué verdad nos enfrentamos cuando los sueños personales encuentran obstáculos surgidos de la falta de empatía humana. La burla se convierte en un juicio extremadamente destructivo que empuja a los soñadores a doblar las rodillas y rendirse, o a luchar por encima de realidades que se muestran contrarias a los objetivos que contienen nuestros sueños. Esta es la primera lectura que el público puede sacar de la exposición emotiva que supone asistir al espectáculo de danza “Malditas plumas”. Una primera lectura que asocia las vivencias de un  sueño particular con el argumento general de los sueños que nos hacen caminar hacia delante. La sociedad se encargará de marcar los límites, de subrayar los infinitos porqués que retumbarán en los huecos oscuros de nuestras voces interiores. Sol Picó, desde el enjambre de su vocabulario corporal, narra la lucha individual, describe el factor de superación por el que alguien decide quedarse y ser nadie, o sentir el dolor físico y sentimental de quien opta por no rendirse y hacer florecer su sueño. Es esta una primera lectura que nos acerca al tormento interior por el que un cuerpo es empujado por el alma de quien siente la danza y busca, sobre su cuerpo, la belleza de los cuerpos que se mueven para contar historias. Una segunda lectura nos lleva a reconocer, en la historia de su protagonista, la verdad intrínseca de quien ha madurado saboreando lo bello y visualmente tangible del movimiento. Entonces se llega al momento en el que el cuerpo se convierte en sabiduría de movimientos. El cuerpo traduce la exposición del alma que recorre los contenidos de la danza que se sustentan en los más bellos ejemplos de las estrellas inolvidables del arte del Cabaret y la Revista. Y Sol Picó tiene ese brillo del conocimiento, su cuerpo se rige por los dictados de la experiencia y toca el alma del público con ramilletes de un lenguaje corporal cercano y sofisticado. La tercera lectura asume la presencia de lo decadente. La estrella que alcanzó su brillo contra el pronóstico general de contradicción cede, la edad y la fuerza vital anuncian su abandono, ante la inquebrantable posición del tiempo. Se coquetea con la muerte, se abraza la posibilidad del miedo, la juventud se transforma en temblor cuando la luz de la estrella amenaza con hacerse lejana. La espalda ya no soporta el liviano peso espectacular de las plumas, “Malditas plumas” que fueron argumento de un sueño y son, arrinconadas en la degradación, un estandarte de la memoria gloriosa, herida ya y decadente. Pero, en el caso de analizar simplemente un espectáculo de danza, podemos tratar este trabajo de Sol Picó como un enjambre de emociones. “Malditas plumas” nos lleva a la dulzura del cuerpo que habla, nos cuenta desde la simpatía una manera de amar la danza que supera los límites de la edad marcada por el paso del tiempo, nos alcanza en nuestras butacas con satírica frescura y nos dice que en el lenguaje de los cuerpos que cuentan historias también hay espacio para la risa. “Malditas plumas” es un caprichoso ejercicio del movimiento que altera el cómodo bienestar del público. Sol Picó, su cuerpo, su experiencia, se convierte en la alquimista capaz de traducir y dictar la longitud de un alma que se mueve. Es en ese movimiento donde Sol Picó encuentra su premio.

domingo, 24 de octubre de 2021

 


Desde la butaca

“Le Plancher”

David Gómez Frías 

Marco: Festival Internacional de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 22 de octubre de 2021. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “Le Plancher.”. Intérpretes: Chevy Muraday, Inés Valderas. Dirección y coreografía: Chevy Muraday.  Dramaturgia: Juan Carlos Rubio. Música: Smokekills, Mariano Marín. 

Cómo puede la locura brillar en los espacios ilimitados del arte. Cómo la esquizofrenia es capaz de crear lo insuperable, lo inédito en los límites de la mente enferma. Cómo puede el ser humano maravillarse sobre el sufrimiento narrado de otro semejante. El conocimiento sobre la mente, no como órgano físico sino como realidad proyectada, queda ligada a los estudiosos de la psiquiatría, siendo para el grueso de los mortales un estuche de etiquetas sobre estereotipos profundamente diferenciados. Pero sucede que la locura brilla en ocasiones, la locura crea sobre la falta misma de la conciencia de la creación, la locura ansía un remanso de delicada paz para exponer los gritos de los encarcelados en una porción de vida, sobre la que el resto se muestra indiferente. “Le plancher”, el piso, es un escaparate de la locura que elige el arte como vehículo de comunicación del ser humano herido, que no tiene conciencia real sobre el acto mismo de estar gritando sobre el arte, un escaparate que nos invita a contemplar su brillo. “Le plancher” es la historia de la locura de Jeannot, campesino esquizofrénico capaz de inspirar el volumen de una cicatriz en el arte. No hay más que asomarse a las breves notas biográficas de Jeannot para comprender el profundo abismo que supone una vida inmersa en la esquizofrenia. Y, cómo podemos llevar una biografía de intrínseca pobreza vital, de enferma realidad vital, a los límites de un escenario que busca el estremecimiento. Chevi Muraday lo hace sobre la base de la dramaturgia textual en comunión con la danza. Lo hace sobre el valor poético que la locura concede a las vidas atormentadas, dictando en las palabras un argumento desgarrado, sobrecogedor y traumático, que expone la herida social de los marcados por la diferencia. Lo hace sobre la capacidad de la danza para analizar el insondable agujero negro que es la locura en nuestra mente, que es la locura en el espíritu desorientado. Con el valor de la palabra y de los cuerpos que se mueven, Chevi Muraday, iluminado con la presencia magnética de Inés Valderas, relaciona el estallido de la locura con la muerte, con la posibilidad del amor fraterno, con el abuso paterno, con el desfiladero oscuro en el que se debaten la realidad y la locura entre las cuerdas del combate del individuo con la sociedad. Un retrato de la enfermedad mental encorsetada sobre el acierto de la palabra y de cuerpos en movimiento, de espejos que miran el reflejo del tormento y habitaciones donde el grito interior se expande hasta derribar sus tabiques. Esto es lo que pudimos ver en el trabajo traído a La Merced por Los Dedae. Un espectáculo visual, poético hasta el extremo que provoca nerviosismo en los cuerpos que miran el escaparate desde el limitado espacio de la butaca. Un espectáculo que invita a la evasión sobre los conceptos necesarios para descifrar los límites anímicos de la cordura. 


domingo, 17 de octubre de 2021


 

Desde la butaca

“Alfonsina, la muerte y el mar”

David Gómez Frías

 

Marco: Festival Internacional de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 15 de octubre de 2021. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “Alfonsina, la muerte y el mar.”. Reparto: Manuela Luna y Javier Almeda. Dirección: Pedro Domínguez.  Textos: Joaquín Dholdan. Producción: Compañía Almantwins Productions.

 

La realidad heredada del buen teatro queda impresa en el texto y sujeta en el aire de los escenarios sobre el quehacer del buen actor. Lo demás son adornos que pueden engrandecer o herir de tedio y rechazo el espectáculo teatral. El adorno ha evolucionado para convertirse en un concepto resumido, que ayuda a resaltar el trabajo propio del elenco de actores que se deslizan sobre los textos originales o adaptados. Una voz, un gesto tienen mayor atractivo que una puesta asombrosa en escena. Quiero decir que el teatro que nos deja huella, el que ha sido capaz de permanecer al lado de la evolución humana para narrar nuestra propia historia, es aquel que basa su pureza en una relación sencilla que une un texto de calidad con actores de calidad. Todo lo demás forma parte del espectáculo y se atribuye al nivel espectacular al que se quiera llevar un montaje, ya sea clásico o moderno. Entiendo que no estoy descubriendo nada y asumo este entendimiento después de reconciliarme con esta teoría de la sencillez teatral una vez que, subido el telón de La Merced para abrir la veinticinco edición del FIT Cazorla, pude disfrutar de la deliciosa “Alfonsina, la muerte y el mar”. Es esta una de esas obras que, sin invitación a una vista previa, reclama nuestra atención desde la capacidad lírica de su título. Eso es lo que, una vez reconocida nuestra butaca, recibimos del directo: un encuentro emocional con lo poético. Luego nos fijaremos en el nombre del autor, aceptando que su personaje será quien sobreviva en nuestra memoria, porque no tenemos acceso directo al texto que lo hace real y cercano. Más tarde buscaremos detalles ciertos de una vida que nos ha llamado la atención desde la ficción de un escenario. Por último, miraremos los nombres de ella y él, dos actores de carne y hueso que sobreviven más allá de la delgada piel de sus propios personajes. Porque, al fin y al cabo, ellos serán el nexo real entre nuestras emociones y lo vivido, inmersos en la oscuridad del Teatro de La Merced. Manuela Luna tiembla proyectando el perfil poético y reivindicativo de Alfonsina Storni, le presta su piel, su voz, su textura de mujer para lograr que se quiebre la contenida emoción del público. Javier Almeda, ora la muerte, el hijo, el padre, el amigo, ora el amante, cubre los personajes de la vida de Alfonsina con la maestría de quien debe clavar sus historias en un argumento traído para emocionar. Este es el equipaje de la Compañía Almantwins Productions y poco más se hace necesario. Dos actores grandes que dejan su verdad grabada en la memoria del público teatral, una historia argumentada en la vida de un personaje capaz de sobrevivir a su desgracia vital, y pequeños detalles que purifican este oficio del teatro: una farola que invita a la penumbra y aumenta la sensación de soledad frente al mar, y unos bloques de falso hormigón a modo de vereda en el espigón del puerto que invitan a bailar con la muerte. Estos son los sencillos ingredientes que visten de teatral lo poético. Estos son los ingredientes de “Alfonsina, la muerte y el mar”, un sencillo cóctel que nos reconcilia con el buen teatro.

domingo, 3 de abril de 2016



Idomeni, para mayor vergüenza
David Gómez Frías
Ideal Cazorla, marzo 2016

  Grecia no deja de estar en el foco de la noticia. Desde hace unos años hasta el pasado verano, por la vertiginosa inestabilidad política; después por la llegada incesante de refugiados sirios que huyen de la muerte, o de la guerra que los está llevando a la muerte. Idomeni es un ejemplo más de la vergüenza que anula el significado de ‘Europa’. He sido y soy partidario de esta unión continental, incluso veo con buenos ojos la incorporación de países como Turquía, toda vez que en su interior se corrijan violaciones permanentes de derechos humanos, diferencias por motivos étnicos o religiosos y una filosofía del poder que no casa con la intención democrática europea, entre otras muchas cuestiones. Pero sucede que la propia identidad pretendida en nuestro continente no está definida aún. Los intereses nacionales y las diferentes posturas ideológicas son un lastre para la unión.  Uno de los principales objetivos, su más valioso principio ha de pasar por la solidaridad, empatía y atención a las gentes de los pueblos que están siendo, como en el caso del pueblo sirio, masacrados por situaciones bélicas originadas por intransigencias personales en el poder. Europa no puede ni debe olvidar las heridas de cada uno de sus miembros, ni las dos grandes cicatrices que atraviesan su territorio. Guerras civiles o nacionales, guerras mundiales que llevaron a millones de desplazados a moverse por el mundo, con un equipaje repleto de nombres de millones de muertos, para devolver a sus vidas la dignidad perdida en la sinrazón. El pueblo sirio lleva en esta situación cinco años. Tras una deseada primavera social, el infierno llegó a millones de vidas ya tocadas por la insensatez humana. Cinco años después, sin pronóstico que anuncie el final del conflicto, millones de ciudadanos, millones de seres humanos quieren huir hacia el mundo, hacia la dificultad de la vida en otra realidad distinta a la suya, pero, al fin y al cabo, con algo de vida. Sus pasos y el riesgo de no llegar nunca son movidos por el sueño de alcanzar Europa. Ya en nuestras fronteras, sobre mapas de papel en los que no interfieren decisiones políticas, las líneas iluminan el final del túnel, o el principio de una claridad distinta, pero lo real frena la esperanza y el alambre hace sangrar a los soñadores. Las iniciativas nacionales que han llevado al cierre de las fronteras ha descolocado a una sorprendida y descolocada Europa. No existe el principio solidario común. De momento Europa es sólo una cuestión de gestión económica, y la hipocresía la mantendrá engañada muchos años más. Tan grave es la situación humanitaria que sufre la sociedad siria que la solución colectiva de nuestra nueva Europa pasa por echar balones fuera, ayudando económicamente a Turquía para que haga de guardameta. ‘Uno por uno’ es el acuerdo alcanzado por nuestros iluminados dirigentes. Cada migrante sirio que llegue a territorio europeo será llevado en caliente a Turquía, contrarrestando este país con el envío a Europa de otro migrante al que se le ha concedido el asilo, los papeles que legalizan su situación de desplazado. Esta es la línea general del gran y vergonzoso acuerdo de los países de la unión. Mientras Idomeni pone rostro a nuestra vergüenza. Doce mil seres humanos se amontonan en el barro, en la frontera con Macedonia, en condiciones que no alcanzan la dignidad necesaria para un animal. Al menos los animales poseen la libertad de decisión. Los desplazados dejan atrás la muerte en sus calles, en su hogar y en el mar que se ha tragado la vida de miles de ellos. Enfrente tienen la indolencia metálica de las fronteras y, sobre el barro, la esperanza sucia y desgarrada, como sus ropas, su vida y sus sueños.