Desde
la butaca
“Que
salga Aristófanes”
Supongamos
David Gómez Frías
Marco: Festival Internacional de
Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 27 de noviembre
de 2022. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “Que
salga Aristófanes”. Artistas: Ramón Fontseré, Pilar Saenz,
Dolors Tuneu, Xevi Vilá, Albert Castrillo Ferrer, Angelo Crotti. Dirección: Ramón
Fontseré. Dirección de escena: Alberto Castrillo Ferrer. Dramaturgia: Els
Joglars.
Supongamos que la
sociedad avanza en tecnología, derechos y tonterías. Supongamos que estamos
perdiendo la cabeza, el norte, la compostura,
con posturas sociales irrelevantes y nacidas solamente para el postureo
inútil y caduco. Supongamos que el sentido común es una herida cicatrizada que
apenas nos deja un regusto a pasado rancio. Supongamos que el sabor de la
actualidad es tan sumamente serio que no
cabe sobre él más que una interpretación cómica, tan absurda y profunda
como la pretendida seriedad de las cosas que debieran ser más sencillas. En
este suponer, que podría ser incesante y no perecedero, podríamos conseguir
desarrollar un ensayo intelectualmente cómico que enfrentase las razones de la
locura, alcanzada por vacío cultural, con la cuerda actitud de los que viven
amparados por lo políticamente correcto. En este juego de locuras que no lo son
tanto y corduras que necesitan revisión tiene significado el trabajo más
reciente de Els Joglars. Porque “Que salga Aristófanes” no es nada más y nada
menos que eso, un juego de crítica sustentada en hilarantes conexiones con la
comedia griega. Un compendio de saber hacer teatro tan absurdo como
profundamente incisivo en su llamar las cosas por su nombre. No se deja escapar
lo moral y lo ético, el valor otorgado a la cultura y el peso de no saber
apreciarla, el capricho político y su capacidad para instrumentalizar los
avances sociales, así como su propia incapacidad para dejar de provocar
situaciones pueriles o acotar la manoseada libertad de expresión. Este ‘Aristófanes’
de Joglars no deja títere con cabeza mostrando llagas que se presentan como
avances, cicatrices que llegan a alcanzar por incompetencias demostrables al
propio vehículo originariamente vertebrador de una sociedad: su lenguaje y el
uso pretendido que del mismo se quiere imponer. Sesenta años de teatro para
cualquier compañía son demasiados, pero Joglars parece mantener intacta la
fórmula de su longevidad: buen hacer, un concepto finamente desarrollado de lo
que debe ser el teatro, equilibrio actoral por el cual se hace imprescindible
el personaje pequeño tanto como el principal, una dirección escénica
milimétrica, un alarde técnico consolidado en la experiencia, y una pasión por
la burla y la risa capaz de dar significado a la misma locura. El hilo
principal del propio argumento ya es, de por sí, un ingrediente provocador para
una generación teatral surgida del imaginario de Joglars: la reeducación
cultural de los individuos. “Que salga Aristófanes” es un manual de libro para
quien, en este día a día, no se entera de nada, ni se siente protagonista de
una crónica tomadura de pelo.
Totalmente de acuerdo, un disfrute toda la obra, magnífica reseña como siempre, gracias.
ResponderEliminar