“El sonido oculto”
David Gómez Frías
Marco: Festival de Teatro de Cazorla. Ciclo:
Sala. Fecha: 27 de octubre de 2023. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “El sonido oculto”. Actores: Toni Acosta, Omar Ayuso. Autor: Adam Rapp. Versión y Dirección: Juan
Carlos Rubio. Producción: Txalo
Producciones.
Si la idea es ganar un Premio
Pulitzer no podemos infravalorar la literatura en su valor más elevado. Si la
idea es hacer una obra de teatro de un texto finalista de un Premio Pulitzer,
podemos entender que la literatura dramatizada será de gran calidad, pudiendo
cometer el error en el ejercicio de dramatización, con su puesta en escena, de
no alcanzar el valor de interpretación que se requiere, dando así un golpe
mortal a la misma literatura. Afortunadamente, en muy contadas ocasiones sucede
que la literatura narrativa, contada a modo de literatura escénica, se lame sus
propias heridas una vez llevada frente al tribunal público. No es el caso de la
adaptación de “El sonido oculto”, traída a Cazorla bajo la dirección de Juan
Carlos Rubio, con la interpretación de Toni Acosta y Omar Ayuso. De inicio, un
monólogo narrativo, utilizado a modo de introducción necesaria para que el
espectador llegue a posicionarse en la historia, desvela un texto fluido, una
literatura alta, de calidad, capaz de captar la atención del espectador en las
palabras que, dichas en una tercera persona que narra directamente o formadas
en diálogos con alta carga psicológica de los personajes, por sí solas son la
calidad literaria de “El sonido Oculto”. Puesto en valor el texto, encontramos
una voz principal que narra en tercera persona e interviene en primera,
llevando un peso sostenido y muy bien soportado, para dar juego al ejercicio
propio del teatro: actuar e interactuar sobre el escenario y hacia el público.
Esta labor de peso recae en Toni Acosta dando vida con una excelente
interpretación, en los diálogos directos o sobre la tercera persona, a Julia
Martín, profesora universitaria de escritura creativa. A su lado, asumiendo el
papel de contrafuerte en los diálogos propuestos, Omar Ayuso, escondido en la
piel de Hugo Barroso, enlaza con altura sobrada la exigencia de no debilitar el
equilibrio bien medido del conjunto escénico. En “El sonido oculto” se habla de
libros, de literatura, de genios literarios que son ejemplos universales. Se
habla de la vida, de la enfermedad terminal, de las emociones que ocultan
posibilidades remotas de un amor. Se habla del oficio de escribir para narrar
vidas que deambulan en su propio tormento, para exponer almas que generan un
amor asomado a los prejuicios que lo hacen imposible. Ese sonido oculto habla
también de las imágenes literarias que lo dicen todo. Imágenes que identifican
el vacío espiritual de los personajes, el vacío anímico, tan presente en el
decorado de estantes deshabitados, sin libros, sin vida, un decorado que no
espera la nieve callada porque lleva tiempo viéndola reposar sobre todas las
cosas a modo de abandono, de posible muerte, de anunciada tragedia o repentino
milagro. Porque un porcentaje diminuto de esperanza es una línea delgada que
recompone o abandona las almas. He aquí el meollo argumental de esta obra: un
alma en crecimiento, sobrada en prepotencia, pero realmente temerosa de su
propio fracaso, y otra alma alejada de la esperanza, pero repleta de los
conocimientos y las palabras que han dado vida a tantos personajes y a no menos
finales en el extenso abanico de la literatura universal. Así, “El sonido
oculto” ha sido un grito de teatro excelente, contenido en el alto valor de la
literatura.
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