Desde la butaca
“Le Plancher”
David Gómez Frías
Marco: Festival Internacional de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 22 de octubre de 2021. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “Le Plancher.”. Intérpretes: Chevy Muraday, Inés Valderas. Dirección y coreografía: Chevy Muraday. Dramaturgia: Juan Carlos Rubio. Música: Smokekills, Mariano Marín.
Cómo puede la locura brillar en
los espacios ilimitados del arte. Cómo la esquizofrenia es capaz de crear lo
insuperable, lo inédito en los límites de la mente enferma. Cómo puede el ser
humano maravillarse sobre el sufrimiento narrado de otro semejante. El
conocimiento sobre la mente, no como órgano físico sino como realidad
proyectada, queda ligada a los estudiosos de la psiquiatría, siendo para el
grueso de los mortales un estuche de etiquetas sobre estereotipos profundamente
diferenciados. Pero sucede que la locura brilla en ocasiones, la locura crea
sobre la falta misma de la conciencia de la creación, la locura ansía un
remanso de delicada paz para exponer los gritos de los encarcelados en una
porción de vida, sobre la que el resto se muestra indiferente. “Le plancher”,
el piso, es un escaparate de la locura que elige el arte como vehículo de
comunicación del ser humano herido, que no tiene conciencia real sobre el acto
mismo de estar gritando sobre el arte, un escaparate que nos invita a
contemplar su brillo. “Le plancher” es la historia de la locura de Jeannot,
campesino esquizofrénico capaz de inspirar el volumen de una cicatriz en el
arte. No hay más que asomarse a las breves notas biográficas de Jeannot para
comprender el profundo abismo que supone una vida inmersa en la esquizofrenia.
Y, cómo podemos llevar una biografía de intrínseca pobreza vital, de enferma
realidad vital, a los límites de un escenario que busca el estremecimiento.
Chevi Muraday lo hace sobre la base de la dramaturgia textual en comunión con
la danza. Lo hace sobre el valor poético que la locura concede a las vidas
atormentadas, dictando en las palabras un argumento desgarrado, sobrecogedor y
traumático, que expone la herida social de los marcados por la diferencia. Lo
hace sobre la capacidad de la danza para analizar el insondable agujero negro
que es la locura en nuestra mente, que es la locura en el espíritu
desorientado. Con el valor de la palabra y de los cuerpos que se mueven, Chevi
Muraday, iluminado con la presencia magnética de Inés Valderas, relaciona el
estallido de la locura con la muerte, con la posibilidad del amor fraterno, con
el abuso paterno, con el desfiladero oscuro en el que se debaten la realidad y
la locura entre las cuerdas del combate del individuo con la sociedad. Un
retrato de la enfermedad mental encorsetada sobre el acierto de la palabra y de
cuerpos en movimiento, de espejos que miran el reflejo del tormento y
habitaciones donde el grito interior se expande hasta derribar sus tabiques.
Esto es lo que pudimos ver en el trabajo traído a La Merced por Los Dedae. Un
espectáculo visual, poético hasta el extremo que provoca nerviosismo en los
cuerpos que miran el escaparate desde el limitado espacio de la butaca. Un
espectáculo que invita a la evasión sobre los conceptos necesarios para
descifrar los límites anímicos de la cordura.
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