Desde la butaca
“La pasión de Yerma”
David Gómez Frías
Marco: Festival Internacional de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 11
de diciembre de 2021. Escenario:
Teatro de La Merced. Obra: “La
pasión de Yerma.”. Reparto: María
León, Jorge Monge, María Paz Sayago,
Lucía Espín, Diego Garrido. Dirección: Pepa
Gamboa.
Textos: Lola Blasco a partir de “Yerma” de Federico García Lorca. Producción: Compañía Seda.
A nadie escapa el valor de nacimiento que se le concede a un texto con
el mero hecho de mencionar que Lorca tiene algo que ver con él, por muy alejada o
muy cercana que la nueva criatura teatral quede del argumentario escénico
original del dramaturgo granadino. Lo que sí debemos, como público, es entender
la diferencia constatable y anunciada entre un texto original del autor
mencionado y una versión adaptada, una visión personalizada en el tiempo y el
espacio. Con este “a priori” bien entendido, el resultado final de nuestra
experiencia desde la butaca puede ser muy distinto a lo esperado. Lorca es y
será por siempre un clásico recurrente de nuestro teatro, al margen de
connotaciones vitales más o menos dramáticas, puesto que no de su muerte,
provocada por desgraciados personajes y oscuros momentos, sino de su obra nace
el mito. El mito se hace clásico y a los clásicos se recurre para hacer
lecturas actuales, con lenguajes que mezclan aquel modo de decir con estas
historias de hoy, que no podemos callar. Esta pasión de Yerma es eso: aquel
lenguaje de Lorca, desgarrado y poético, conviviendo con éste otro, ligero,
poco profundo, actual, que narra las historias de ahora, que son las historias
de siempre, también las de Lorca. Esta pasión de Yerma toma las vísceras
individuales y sociales, idénticas en todas las épocas, para darles el
maquillaje conforme a una visión contemporánea. Y toma el mismo pulso de
entonces a una sociedad que, mirándose al espejo, parece no haber evolucionado.
Aunque estamos ante algo nuevo que exprime al original que le sirve de base, los
cambios sostienen una Yerma que sigue siendo reflejo de la mujer rural.
Prisionera de un entorno machista que va marchitando su verdor de mujer,
marcada por una sociedad que esconde bajo el polvo la mirada hacia el cielo de
los espíritus presos. Esta Yerma mantiene el fuego y la pasión contra el
abandono, del mismo modo que extiende su pecho contra los límites sociales. En
el texto lorquiano puede leerse en boca de la Lavandera 4ª, en esta versión
anulada, que “No es lo mismo una mujer
mirando a unas rosas que una mujer mirando a los muslos de un hombre” y de
esta cárcel social pedía y sigue pidiendo Yerma liberarse. En sí, podemos
aplaudir el fuego, la pasión, la sed de Yerma en la piel de María León, como
podemos reconocer a Lorca en los personajes que la acompañan y en el conjunto
de la obra, tanto como en ese lenguaje parcial e inconfundible que llena los
espacios cortos de duende lorquiano. Es cierto también, dando que hablar a la
crítica constructiva, que, a veces y no pocas veces, se hace necesario un tono
más elevado de voces y dicciones para no adormecer ni lo nuevo de la historia,
ni lo traído del original. En definitiva, un Lorca suavizado pasó por La
Merced, pero un Lorca reconocible en la licencia de la adaptación. Como diría
la Lavandera 1ª “Con una aguja de hacer
calceta ensartaría yo las lenguas murmuradoras”, porque esto es el teatro: aquello que nace de
lo que ha sido y es bueno por sí solo.
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