martes, 17 de octubre de 2023

Teatro en Cazorla

 

Tiempo de

“Teatro en Cazorla”

David Gómez Frías

 

 

En su Historia del Teatro Universal, Silvio D’Amico aprecia que “el Teatro, por su naturaleza misma, se dirige a una colectividad. No es una apreciación cualquiera pues nadie dramatiza, nadie actúa para un individuo sino para un colectivo, para una colectividad. Desde el pasado ya doce de octubre, Cazorla se ha transformado en eso, en una colectividad hipnotizada por el arte nacido del drama que, proveniente de la palabra griega ‘drào’, viene a significar obrar, actuar, representar escénicamente ya sea una tragedia, una comedia o cualquier otra expresión que requiera de un público y un personaje. Cazorla ha iniciado el camino de la vigésimo séptima edición de su Festival de Teatro y lo ha hecho con una fuerza inusual. Sala y calle se han fundido en una amalgama de artes escénicas coordinadas con milimétrica medida, de perfecta sintonía temporal, que han llevado al público, a la colectividad cazorleña y visitante, hacia un vértigo cultural casi insuperable.

De inicio, se ha roto la costumbre de justificar la prioridad del Teatro de Calle sobre aquel programado para la Sala, y se ha hecho con un espectáculo que equilibra perfectamente lo esencial de ambos pilares del festival. “Desprovisto” subió el telón de La Merced con un número ligeramente circense y profundamente acrobático. UpArte ha sido la compañía encargada de iniciar esta andadura otoñal por el mejor arte escénico que podamos aplaudir a nivel nacional. Pero vamos a disfrutarlo en Cazorla, en este lugar “tan lejos de todos lados y tan cerca de ningún lugar” como diría José Luis Olivares, estrenado alcalde en esto del teatro, cuando saludó desde el escenario la apertura de este programa escénico. Un programa serio, de enorme calidad, por el que se haya hecho algún que otro malabar hasta llegar a componerlo en un programa que pocos escenarios podrán llegar a imitar. No, no creo que se deba a malabares y equilibrios sino a un saber hacer reflejado en este caso en la dirección puesta en las manos de Mario Olivares.


Pero volviendo al teatro, una historia de más de dos mil años avala que en la definición de nuestro término quepa todo aquello que tenga que ver con la puesta en escena de un espectáculo, ya sea circo, danza o, vistiendo de drama el significado, teatro reducido a lo esencial de argumentos capaces de poner al ser humano frente al espejo de su reflejada realidad. La acepción más amplia de lo teatral convierte a Cazorla en un escaparate compartido de las Artes Escénicas.

De ese arte dejó buena muestra la mencionada compañía UpArte, que contó con añadido nervio de dar salida a esta carrera cultural cazorleña. Su Desprovisto resultó ser un ejercicio de emociones encontradas, pasando de un inicio lento a un vertiginoso desarrollo de expresión corporal y acrobático. Mayor valor se debe dar a su número teniendo en cuenta que sólo cuenta con música, tejidos y el valor humano que hace de su cuerpo un expositor sumamente delicado del movimiento corporal. Seis almas, seis figuras y un puñado de telas para elevar el escondido coraje al reto que supone dominar el vacío necesario en el espacio cercano. Un espacio, el del escenario de La Merced, humillado en su gran dimensión por el volumen rítmico y acrobático de los integrantes de esta compañía murciana.

Con un excelente sabor de boca por el aperitivo disfrutado, el programa del llamado Teatro de Calle


abrió los escenarios de las distintas plazas y localizaciones elegidas. Chocante el renacimiento de Andrés de Vandelvira con cualquier escenario que huela al viejo oeste, pero La Banda de Otro supo equilibrar su Rodeo con la majestuosa presencia en ruinas de Santa María. Humor andaluz, que no americano, imaginación cercana y confabulada con el público permitiendo el choque frontal de la risa y el duende humorístico del sur.

Del viejo oeste en escenario renacentista, el enjambre de público ya conquistado se trasladó a un nuevo ambiente donde Clara Reina
Meneses esperaba para hacernos perder el aliento en su llamativa performance de colorido juego con un puñado de hula hoop. Cada movimiento suponía un nuevo descubrimiento de agilidad corporal que supera la imaginación sencilla. Proyecto Tránsito con “361 Grados” fue un ejemplo de arte en movimiento argumentando el caos existencialista que provoca el concepto de la experimentación vital. Pero, realmente es un caos, porque se diría que la música llevaba en volandas a una Clara viva, mimetizada con su cuerpo, integrada en la voluntad de la disciplina y el lenguaje corporal.

Sangraba la calidad escénica en las calles y plazas de Cazorla y sangraba la risa,


sencilla y no excesivamente provocada, sino simpática y en rodaje sobre las ruedas de un Seat 600 modificado a modo de coche de agente secreto cutre o superhéroe confundido de oficio. De otra cosa no pudo convencernos Javier Ariza con su “Carman”, tampoco lo necesitaba. A veces sólo es necesaria la risa, simple o compleja, infantil o cómplice, pero con evidentes detalles que llevan al aplauso de algo perfectamente trabajado para agradar.



De la risa de un 600 humanizado a la sobriedad elegante de Vaivén Circo, con un trabajo, “Anónima”, capaz de poner la nota poética a un circo ingenioso, imaginativo, profundo y expresivo hasta tocar los bordes del corazón espectador. Un poco de danza, un poco de pasión, un poco de arte viejo de viejo circo, un claro porcentaje acrobático y un dulce aderezo de música. Anónima tiene mucho de arte.

 

 

Y Alex O’Dogherty, ese “Imbécil que nos rompió el pecho a base de risas inteligentes,


pícaras, provocadoras, capaces de sustraer de la aburrida cotidianidad nuestro lado más necesitado de libertad risueña. Ese “Imbécil” que colgó la leyenda de no ‘no hay entradas’ para descolgarnos de nuestra acostumbrada buena etiqueta lingüística. Humor el suyo que llega a los tuétanos, que incapacita para sentirse cómodo pero que, a la vez, no incomoda, sino que despierta la verdadera comprensión del humor. Fue el suyo un rato largo de risa sin límites, verdadero, que revitaliza y sugiere lástima por las almas capaces de reprimir la risa. Porque “Imbécil” tiene argumentos para todo el mundo: para los alegres, los reprimidos, los temerosos, los angustiados, los ofendidos y, sobre todo, para los que quieran entender que una porción de risa, un instante, un minuto, un encuentro de risa, es también un argumento que pone en valor nuestra condición de seres sociales.

La intensidad de lo vivido jueves y viernes, doce y trece de octubre, pedía una continuación mínimamente parecida. Un sábado de media lluvia ha sido necesario para dar la puntilla a un puente del Pilar teatrero, callejero e ilusionante.


Entrañable Nati Vilar viajando con “La maleta de mi abuela”, bueno, de la suya que hizo nuestra, en cuyo interior lleva, de un lado para otro, el color del mundo.

El Premio Fetem 2019 como Mejor Espectáculo de Calle se lo llevaron aquel año dos limpiadoras de La Sincro con un absurdo y disparatado argumento humorístico que las lleva a intentar retransmitirnos sus “Ohlimpiadas”. 

El mediodía dio de sí el concierto de Las Niñas, favorecidas por la amenaza de lluvia para arrinconar un lleno de público frente a sus canciones. Concierto de noventa minutos “Contigo”, de buena música y grandes temas, con su modo de fusionar o aderezar viejos canciones según su propio entender la melodía musical. Un deleite de acordes y música, para hacernos llegar a la reparadora y corta siesta.

Siesta necesaria para reponer el cuerpo de los vaivenes escénicos, de las paradas verticales, de la risa y el asombro. Siesta reparadora, sí, pero siesta corta porque el cierre del Teatro de Calle tenía reservados otros encuentros con la calidad de las artes escénicas.

Porque aún habría espacio para la risa en la idiotez expuesta por El Gran Dimitri en su “The Legend”, un reflejo absurdo del perdedor que todos podemos ser, un juego con la vida que se mofa de los empecinados perdedores.


“A la fresca” vino Anna Confetti haciendo incapie en tantas y tantas situaciones cómicas generadas en nuestro absurdo cotidiano.

Después se puso la cosa seria, o algo menos cómica, y se pretendió tomar el cielo, conquistar los sueños de alcanzar las alturas de la mano de Orain-Bi y su acróbata montaje “Mute”, excelente pero superado en intenciones de llegar a lo más alto por Kanbiota Trup. “Volando Vengo” cerró la calle jugando con el viento en el espacio libre de las Ruinas de Santa María.



 


Y luego ELLA. Otra noche de entradas agotadas. “Antes muerta que convicta”, sesión golfa de Beatriz Rico. Risas, frescura, improvisación refrescante, química compartida, capacidad de conquista sobre un argumento que pierde su importancia frente al agradecido trabajo con el que, ya la protagonista, ya la actriz que le presta cuerpo, gracia y vida, el público se vio, nos vimos conquistados, una noche más por la fuerza liberadora de la risa. Grande, sensible y conquistadora Beatriz Rico.

 

Y así quedó atrás este gran regalo de tiempo escénico.

 

 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario