La distancia interior
David Gómez Frías
Marco: Festival Internacional de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 9 de
diciembre. Escenario: Teatro de La
Merced. Obra: “Distancia siete
minutos”. Reparto: Diego Lorca, Paco
Merino. Dramaturgia y Dirección: Diego Lorca y Paco Merino. Compañía: Titzina Teatre.
Quizá resulte inverosímil hallar
cierto equilibrio entre distintas miradas de la realidad, quizá sea necesario
encontrar dicho equilibrio en una simple pregunta, en un interrogante que
resuma la relación de una historia con otra. “Distancia siete minutos” juega con ese inverosímil equilibrio de
dos historias innecesarias la una con la otra. Es en la pregunta final, que
hace descender el telón, donde se encuentra la posible conexión. Todo se limita
a elegir la dirección de la mirada que dedicamos a nuestra propia existencia.
Podemos distraerla viajando por el universo a bordo del Curiosity, destinado a
posarse y mandarnos información directa sobre Marte; o podemos mirar nuestro
interior para vencer oscuridades personales. Porque “Distancia siete minutos” es eso, una llamada de atención sobre la
posibilidad y la intención de hacer caer los muros internos que separan a los
seres humanos.
Lo esencial de su argumento pone frente a frente a un hijo con
su padre. Para el primero, tras un largo periodo de preparación (es juez de
nueva hornada), la vida se presenta estable en lo laboral. Para el segundo,
abogado jubilado, el reducto vital queda marcado por el suicidio inesperado de
su mujer, años atrás. Las culpas de ambos se enfrentan hasta llegar a la
necesaria destrucción que todo lo disculpa. Conceptos como el de justicia,
felicidad o destino se enfrentan al lenguaje digitalizado de voces que, entre
las estrellas, viven pendientes de un robot. Qué distancia se sobrepone a la
otra: la de millones de kilómetros entre dos planetas totalmente distintos, o
la de dos seres humanos que, compartiendo sangre y genética, se muestran
incapaces de salvar la separación que existe entre ellos. En este juego
interior, psicológico, se desarrolla el argumento de “Distancia siete minutos” y lo hace con un ejercicio teatral que,
aquí sí, rompe las distancias recelosas entre público y espectáculo. Con una
actuación impecable, con una puesta en escena cubierta de imaginación, con una
dirección que persigue un logro cercano a la perfección, este montaje de
Titzina Teatre invita a creer en el teatro. Con dos pizarras, que son dos
mesas, el pasillo de una vivienda, el mobiliario de un tribunal y tantas cosas
posibles en su superficie, se traza la geometría conceptual del interior del
ser o un paseo científico por las estrellas. La oscuridad, muy presente en todo
el trabajo, se convierte en un elemento por el que se adivina el miedo, el
temor, la rabia, el dolor de cada humano, así como la inmensidad de las
distancias universales. No hay nada que sobre en este perfecto guiño teatral,
ni falta oficio que lleve a debilitar el merecido aplauso del público. Es este
un ejercicio de pureza teatral surgida de la sencillez y la imaginación.
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