Destino y posibilidad
David Gómez Frías
Marco: Festival Internacional de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 21
de octubre. Escenario: Teatro de La
Merced. Obra: “El cabaret de los
hombres perdidos”. Reparto: Jorge
Poelas, Armando Pita, Ferrán González, Cayetano Fernández. Dirección: Víctor Conde.
Música: Patrick Labiosa. Compañía:
La Querente Producciones.
El título de la obra, la sinopsis
con la que se presenta en el programa mismo del festival, su reparto cien por
cien masculino, hacía presagiar un espectáculo transgresor, incómodo para
públicos no habituados a los límites externos del teatro. Pero nada más lejos
de la realidad. “El cabaret de los hombres perdidos” presenta un musical
alejado de lo convencional, porque su argumento, centrado en la posibilidad de
un futuro vital inmerso en la transgresión, traza una línea soslayada en la
narración del mismo. A saber: un joven, que está recibiendo una paliza
confundido con un homosexual, se refugia en un viejo bar-cabaret donde es
atendido por tres pintorescos individuos. Allí, el personaje llamado Destino
ofrece al intruso la posibilidad de vivir una vida de lujos, invitándole a
entrar en el mundo del porno gay. No hay más alternativa que posibilite el
libre albedrío de quien ha de elegir, y sobre esta primera línea futurible se
desarrolla una historia que lleva a su protagonista de ser un don nadie a tocar
el cielo del éxito, para volver a la miseria. Dan vida a este argumento cuatro
actores excelentemente equilibrados en su quehacer escénico y musical, dotados
de maravillosos timbres de voz. La unión de ambos recursos deja sobre el
escenario un trabajo de conjunto que sorprende y agrada.
El texto presentado y
la dirección mostrada no se recrean en lo soez e incómodo, porque aquel no
evita lo cómico en un relato que pudiera resultar desgarrado, ni ésta se
distrae en vilezas que pudieran provocar el rechazo del espectador. Por el
contrario, lo inocente sigue vistiendo transparencias de ternura, lo bajo y
grosero se maquilla con acertados dardos cómicos, el amor lo es con todos sus
matices y lo femenino no disimula su delicadeza, a pesar del molde masculino
que lo apresa. Este musical es un ejercicio teatral de alto rango capaz de
embelesar tanto por su elenco como por su dirección, embaucador en sus
paréntesis musicales donde se muestra como un acierto el piano y su intérprete
en directo, con cuatro voces distintas, pero de igualable calidad, capaces de
ofrecer calor a letras que describen desde lo amoroso a lo más trivial. Con
todo, “El cabaret de los hombres perdidos” es un lugar oscuro en el que
sobreviven, enfrentados, la esperanza contra el juego caprichoso del destino, a
sabiendas de que éste propone la imposición frente a la posibilidad del libre
albedrío. Es un juego de seres automarginados capaces de interpretar los
designios del amor según las marcas tatuadas que se graban en su piel, en su
alma.
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