Ejercicio
cómico
David Gómez Frías
Marco:
Festival Internacional de Teatro de Cazorla. Ciclo:
Sala. Fecha: 17 de
noviembre. Escenario:
Teatro de La Merced. Obra:
“Murphy. Tragedia en Handsome House”. Compañía:
Vol-ras. Autor: Joan
Faneca. Reparto: Joan
Faneca, Xavier Amatller “Notxa”, Héctor Boada. Dirección:
Miquel Górriz.
El variopinto mundo del
teatro queda señaladamente expuesto en el cartel al completo de
cualquier festival. De otro modo, acudiendo esporádicamente a una
sala para asistir a la representación de una obra seleccionada a
gusto nuestro, simplificamos permanentemente nuestra gama de colores
teatrales. Murphy, con su devastadora ley al frente, ha demostrado
que cuanta más autoselección teatral hagamos menos riqueza en
términos teatrales adquirimos. De la fastidiosa ley bien podríamos
interpretar que si una representación nos saca de la sala a
disgusto, acudiremos a la siguiente con más prejuicios que
curiosidad, provocando con ello una pérdida cuantiosa de detalles
pequeños que otorgan el valor último a cualquier trabajo teatral.
Vol-ras lo sabe y trabaja con la condición de mostrar cada uno de
los ingredientes que componen sus espectáculos, evitando así correr
el riesgo de enfrentarse a públicos acostumbradamente pasivos.
Custodiados en su trabajo por la oportunista teoría de la Ley de
Murphy, cuidan al máximo el detalle así como la falta del mismo,
que se convierte en un detalle más a tener en cuenta en la evolución
de la trama. Detalles que pasan por una discreta, correcta e
intencionada complicidad con el público. Detalles que conceden el
equilibrio entre lo presente sobre el escenario y lo necesariamente
ausente, para tejer un ejercicio cómico con puntos obtenidos de la
indiscutible maestría que la experiencia en esto de la risa les ha
venido otorgando. Creaciones hay que con un chiste o dos en su
argumento vienen a llamarse comedias, otras llevan al público al
borde del tedio justificado en un atropello de gracietas y pobres
actuaciones que se justifican, en la mayoría de los casos, por una
manifiesta falta de experiencia. Porque lo cómico precisa de tanto
trabajo como lo dramático, es en el trabajo donde se logra la
maestría. Y donde existe la maestría lo cómico se viste con
atuendos de naturalidad, huye de esa búsqueda forzada de la risa y
logra el contacto permanente, concentrado y cómplice con el público.
Porque en lo cómico también hallamos trabajos que nos llevan a
creer y justificar el buen teatro, que al fin y al cabo es de lo que
se trata, de exponer montajes alejados de la necedad y la simpleza.
El argumento en tales casos suele tomarse como el detalle menos
logrado, no obstante el presentado en “Murphy. Tragedia en Handsome
House” supone el detalle global y complejo que abarca un todo
preciso. A saber, una asociación sin ánimo de lucro y victimas de
la fastidiosa ley de Murphy, una compañía de teatro en el seno de
dicha asociación, una obra teatral preparada para amenizar las
convocatorias de la misma y la mencionada ley haciendo de las suyas
para que nada salga como debe. Un enjambre de situaciones disparatado
a ojos del público y muy controlado, he ahí la maestría, en una
perfecta exposición actoral. Un mimado alboroto de efectos técnicos
que equilibra las necesidades de los personajes sobre el escenario.
Una escenografía plena de detalles donde lo ausente participa del
montaje con tanto peso como aquello que nuestros ojos son capaces de
distinguir. Un trabajo, en fin, surgido de la exigencia maestra que
precisa el lado absurdo de la vida.
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