Desde la butaca
“La fábula de la ardilla”
Una lección de la naturaleza
David Gómez Frías
Marco: Festival Internacional de Teatro de Cazorla. Ciclo: Teatrino. Fecha:
15 de noviembre de 2022. Escenario:
Teatro de La Merced. Obra: “La
fábula de la ardilla”. Actores Erizo: Carles
Pijuan o Ferrán López. Actores Ardilla:
Emiliano Pardo o Enric Blasi. Músico:
Pau Elías. Autoría: Jokin Oregi
& La Faldufa: Enric Blasi, Emiliano Pardo, Carles Pijuan. Dirección: Jokin Oregi.
Al espíritu inquieto de los pequeños se le retiene y conquista con
imaginación, pero no basta con creer que nuestra condición de adultos nos
otorga ventajas frente a la capacidad infantil de comprender, aprender y hacer
juicios. Para ofrecer a un niño un acto creativo no podemos construir sobre el
prejuicio que resta inteligencia a su mente. Antes, por el contrario, un adulto
debe lograr que su perspectiva creativa respete la simbología y representación
del mundo infantil. No siendo así, no estando a la altura de lo complicado que
resulta conquistar, llamar la atención, retener centrada en una historia la
curiosidad infinita de los pequeños, cualquier cometido, cualquier creación que
podamos ofrecerles perderá toda posibilidad de éxito. El único ingrediente que
funciona para que un adulto se enfrente a la enorme tarea de captar la atención
consciente de los niños se encuentra en la madurez del niño que todos llevamos
dentro. La magia infantil no desaparece sino que se ahoga con la edad, se
encierra en el pecho oscuro del adulto devorado por la velocidad de la vida.
Despertar esa magia requiere recuperar nuestro espíritu infantil llevándolo al
extremo de la necesidad vital. El cultivo y cuidado de esa magia infantil es el
secreto de “La fábula de la ardilla”. Un secreto que capta y cuida la sensibilidad
de los pequeños hasta llevarlos a ese rincón de la atracción que hace suya
cualquier historia. “La fábula de la ardilla”, cuando pudiera parecer algo absurdo, juega y construye lazos entre
la sensibilidad, la imaginación y la riqueza ofrecida para aprender que en toda
lección oculta hay resquicios de admiración y simpatía. Como su título indica,
estamos ante una fábula sin texto humano pero enriquecida con el lenguaje del
gesto y la identificación de los personajes, que tanto valor da a un montaje de
teatro infantil. ”La fábula de la ardilla” es un pequeño tesoro, un regalo
teatral capaz de llenar de pequeña magia el reducido tamaño de los corazones
infantiles. Desde el inicio, su sencillez de argumento logra captar la atención
de un público pequeño pero exigente. Al cabo, todo era pequeño, una historia
insignificante narrada en el espacio que va de las raíces de un roble viejo,
marcado por la llegada del otoño, hasta la altura de sus ramas. Una ardilla que
recolecta los frutos que caen a su alcance y al alcance de otros. Un erizo
ofendido por el descaro de la ardilla y preocupado por el bienestar de su
familia. Hay también peligros expuestos en un lobo feroz y en la velocidad de
los vehículos humanos. Hay situaciones desgraciadas y lecciones de vida que
marcan el devenir de los personajes. Hay un piano y un músico que extrae de él
la banda sonora de cada momento, de cada experiencia, del instante en el que la
diferencia nos hace pensar que tal vez nos parecemos más de lo que estamos
acostumbrados a admitir. “La fábula de la ardilla” es un ejercicio delicado y
de respeto a la imaginación infantil, un regalo para el cultivo de lo teatral
en el público pequeño.
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