domingo, 20 de noviembre de 2022


Desde la butaca

“Erritu”

La lengua del movimiento

David Gómez Frías

 

Marco: Festival Internacional de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 18 de noviembre de 2022. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “Erritu”. Bailarines: Alain Maya, Eneko Gil, Ibon Huarte, Izar Aizpuru, Nerea Vesga, Urko Mitxelena. Canto: David Azurza. Creación musical: Sharon Fridman. Dirección artística: Jon Maya & Sharon Fridman.  Compañía: Kukai Danza y Sharon Fridman.

 

El 18 de noviembre del año 2022, en la edición número 26 del Festival Internacional de Teatro de Cazorla, aquellos que hicimos con nuestra elección acto de presencia en las butacas del teatro de La Merced, fuimos testigos de los ritmos que nos unen a nuestros ancestros, a la naturaleza y al significado del ser humano individual y colectivo. La bendita costumbre de entender este festival como un escaparate de las artes escénicas en su conjunto, dando pie a que la danza contemporánea acuda a un escenario como el nuestro, da lugar a que el público pueda enfrentarse a espectáculos que superan el hilo argumental y se convierten en puro pálpito sensorial. Según las líneas de presentación, el argumento ‘Erritu’ es un viaje individual y colectivo en el hilo vital del ser humano, y no hay que negar esa presentación. Desde el punto de vista del público, desde la butaca de los individuos que allí estuvimos, asistiendo a un espectáculo que hizo vibrar las líneas externas del espíritu, ‘Erritu’ fue un ejercicio sensorial de acercamiento a nuestro propio interior. Ya desde un ejercicio individual, ya desde la inspiración colectiva se hizo innegable la unión espiritual del ser humano con sonidos, movimientos, anhelos y esperanzas. El camino expuesto desde el movimiento de los bailarines, de las bailarinas, el hecho musical, la luz misma que en su juego logra establecer el nexo entre lo terreno y lo sagrado, la naturaleza y la delicada línea de vida humana, la voz, esa voz capaz de hilar presente, pasado y futuro en un temblor oculto en el pecho de los invitados a esta espectacular ceremonia. El mismo acompasado y forzado respirar de los bailarines parecía traer a veces el mar y a veces llevarse la vida. Desde el inicio se comprende en ‘Erritu’ que se trata de un dejarse llevar, un dejar desnudo el bloqueo espiritual para que nos entre por los espacios de los huesos el ritmo, la lengua del movimiento y sucede entonces, público y cuanto sucede en el escenario son un complemento, un territorio cultivado con el arte para condicionar el significado de un lenguaje corporal implacable con su argumento y capaz de elevar sensaciones dormidas hacia la memoria pasada y futura. Porque eso es ‘Erritu’, un viaje desde el origen hasta los días que seremos, un paso por el miedo, la confianza, el encuentro, la esperanza conjunta y el riesgo seguro de llegar mañana a eso que llamamos muerte. Así hablan los cuerpos, así dicta la música, así contagia la garganta la posibilidad que somos como seres humanos ora individuales, ora colectivos, pero siempre danzando en el juego caprichoso que genera la luz cuando, más allá de la costumbre, identifica en sus destellos el amor, la valentía, el temor, la desesperación con ese momento en el que dejamos de ser para no estar más. Sí, ‘Erritu’ es danza, pero en esta ocasión es un viaje por el movimiento que identifica la vereda espiritual de la vida. 

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