martes, 15 de noviembre de 2016

Caída libre-Compañía Sharon Fridman



Los seres perdidos
David Gómez Frías

Marco: Festival Internacional de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 11 de noviembre. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “Caída Libre”. Bailarines: Paúl Cólera, Juan Carlos Toledo, Maite Larrañeta, Richard Mascherin, Melania Olcina, Lonore Zurflüh. Dirección artística: Sharon Fridman.  Producción: Compañía Sharon Fridman.

No resulta fácil acudir como público inexperto a un espectáculo de pura danza, de arte efímero nacido y desaparecido en la cadencia corporal. El lenguaje de la danza no siempre se descifra de igual manera por todo el que asiste, si se deja llevar por la callada belleza de la coreografía. Porque todo tiene su significado y estamos acostumbrados a encontrarlo en la palabra. Es la gran diferencia a favor del ser humano y su gran debilidad en contra. Si no aprendemos a conocer el significado de otros lenguajes, si no vemos ni percibimos mensajes más allá de lo convencional, nos estamos perdiendo una maravillosa manera de entender cuanto nos rodea. La danza utiliza ese lenguaje escondido que debemos descifrar para alcanzar a ver los límites de lo bello. Sobre ese lenguaje se alza el trabajo de la Compañía Sharon Fridman. Es el suyo un vocabulario y un contenido argumental que expone nuestro cuerpo en el desfiladero de sus propios límites. De la coreografía propuesta surge el argumento de seres que viven en los extremos, aquellos que caen y siempre cuentan con alguien a su lado para evitar la rendición. Levantarse es una condición innata de los que tienen como condición el movimiento. En ese lenguaje de la danza se descifra el ciclo cotidiano de la supervivencia, así como el riesgo real de la derrota.
En ese lenguaje de la danza también habita la poesía de los confusos, la belleza desarraigada de quienes procuran no alejarse demasiado del significado de la palabra esperanza, para quien se asoma al vacío en el que todo se pierde. Y ese lenguaje necesita cuerpos con hábitos interiores, mentes capaces de entender que las sensaciones, las amarguras o los proyectos poseen un vocabulario que también puede ser expresado con el silencio, con el grito callado del cuerpo que se mueve hasta convertirse en un reclamo de libertad. “Caída libre” se agita entre la caricia, la luz y la música con las que se narra el argumento de su mensaje. Porque en los cuerpos hallamos el grito, la voz y la palabra por la que debemos entender la capacidad de asombro de este trabajo. En su luz perpendicular y clara, bañada en la niebla por la que navega la confusión del espíritu, se genera el azaroso volumen de los mismos cuerpos que gritan. Del mismo modo que en la música se esconde la melodía clara en la que se produce la conexión de cada movimiento. Estos son los ingredientes con los que, quienes desconocemos el lenguaje de la danza, llegamos a entender que no sólo en la palabra leemos lo real. En los cuerpos que se mueven, en la luz que dibuja las esquinas de dichos cuerpos y en la música que les da la vida, está traducida la existencia de seres cotidianos rendidos a lo bello, a lo poético.




No hay comentarios:

Publicar un comentario