miércoles, 21 de noviembre de 2012

"Mambo". FIT Cazorla 2012



Surrealismo Shakesperiano
David Gómez Frías

Marco: Festival Internacional de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 10 de noviembre. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “Mambo”. Compañía: Escenate. Actor: Juan Antonio Castillo. Reparto: Fran Peleteiro, Machi Salgado, Antela Cid, Xoán Abreu. Dirección: Xoán Abreu.

Para entender y disfrutar una obra como Mambo es preciso acudir a la cita sin prejuicios, sin adornos teóricos que definan nuestro bagaje teatral como un tramo cultural de costumbres acomodadas en lo fácil, en lo que podamos entender y que exiga de nosotros como público un esfuerzo no mayor al aplauso final. En cambio, teniendo en cuenta la amplitud de oferta teatral que abarca desde el texto clásico hasta el absurdo experimental, enfrentarse a un montaje con mentalidad dispuesta para el enriquecimiento de nuestro lenguaje escénico, nos toparemos de frente con sorpresas curiosas que ocultan una fuerza innegable en su puesta en escena. Porque si acudimos al teatro sólo para que nos cuenten una historia sencilla, sin observar nada más allá de la historia, no haremos nada que mejore nuestro estatus de público teatral. Por eso Mambo supone un reto para el público acomodado en lo fácil. De su absurdo, de su surrealismo tangente y argumental surge un provechoso trabajo crítico. El hecho de que sean tan sólo dieciséis palabras las que compongan su texto no deja de ser un valor añadido al conjunto. Mambo, poder, amor, Manolo, Ramón o Paca no son sino el germen surrealista que fecunda el completo absurdo general. Absurdo como cumplido pues jamás tanto absurdo expuso tan comprensible una tragedia digna del conocimiento Shakesperiano. Intrigas palaciegas, amores no correspondidos y traicionados, hermanos traicioneros, extranjeros llevados a una intriga que no les corresponde, países al borde de la guerra manipulada por la ambición personal, son ingredientes de una trama profunda y desgarrada. Una trama que debería llevar pareja una escenografía acorde con su intensidad, sin embargo el absurdo en su tratamiento logra hacer de la simbología y la pobreza escénica un elemento acertado que enriquece el resultado final. Mambo puede llegar a aburrir ya que exige un alto contenido de conceptos teatrales en el público, al que se le supone su riqueza. Por el contrario, cuando se analizan con profundidad sus detalles, encontramos en el resultado final un exquisito trabajo actoral como ingrediente casi único que da cuerpo a la trama. Además conceptos teatrales que nos llevan a la significación y a la simplificación: un cubo de madera varía la escenografía llevando al espectador a las dependencias de palacio con la misma facilidad que provoca su paso por la cárcel, el bosque o el campo de batalla, logrando un resultado óptimo que propicia la imaginación de quien asiste para mirar. No es necesario nada más. La falta intencionada de recursos solicita imaginación, la falta de profundidad en el texto resalta el trabajo artístico, la falta de todo adorno complementario en el escenario justifica el absurdo y propiciar la vida del absurdo genera un trabajo surrealista merecedor de alta nota. Dicho y escrito lo anterior, el hándicap de Mambo lo encontramos precisamente en el público falto de un lenguaje teatral profundo.

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