jueves, 3 de mayo de 2012

Donde las den ¿las tomaremos?.

(Ideal Cazorla abril 2012)

David Gómez Frías.

Recuerdo aquellos versos de Antonio Machado que decían: “…/ españolito que al mundo vienes, te guarde Dios/ una de las dos Españas ha de helarte el corazón…” porque, aunque fueron originariamente escritos en circunstancias especiales, con las que no quiero presentar paralelismo alguno, bien podrían identificar la realidad actual en nuestro país. No en vano, venimos de tiempos dorados en los que los países en vías de desarrollo buscaban tomarnos como ejemplo y otros, ya desarrollados, hablaban con recelo y envidia del llamado milagro económico español. Una época, sin duda, en la que la sociedad casi al completo adoptó la filosofía, la actitud de que todo era posible y duradero. Pero vamos (llevamos ya alrededor de cuatro años en este camino) hacia momentos oscuros, negros, muy negros social y económicamente hablando. El sueño pasado y la oscuridad presente y futura son ahora signos inequívocos de nuestra identidad social. Además, tenemos en contra la ausencia, la falta de líderes políticos que sean capaces de inyectar en la población un miligramo escaso de confianza. Porque aquellos que lo son del lado progresista conocen la formula con la que se provoca el avance social, pero ignoran con demasiada frecuencia el alcance del desenfreno y acaban provocando desajustes peligrosos para la economía general del país. Y aquellos que lo son del lado conservador, una vez alcanzado el sillón de gobierno, invierten el recorrido, todo lo mudan, como diría Garcilaso de la Vega, “por no hacer mudanza en su costumbre” y, en aras de un futuro no confirmado, provocan el retroceso general y confuso de todo el país. Quizá bastaría con cambiar el lenguaje, llamando a las cosas con su nombre, pues sabido es que el españolito de a pie ha desarrollado la inteligencia suficiente y adecuada para entender la situación que atravesamos como país. Pero que dejen de considerar nuestra tontura como una ventaja para sus decisiones, porque nunca hemos sido un país de tontos. Quizá por eso comprendemos que hay que arrimar el hombro, mas cuando siempre se arrima el mismo acaba lesionándose. Una vez más me pregunto si no hay nada que corregir en el conjunto del Estado que apoye un ajuste menos dramático. La subida de impuestos, la bajada y congelación de sueldos, un porcentaje más elevado en la adquisición de medicamentos recetados, el aumento en las tasas universitarias, como ejemplo que pueda mencionarse con influencia directa en la economía familiar, impone la pérdida de poder adquisitivo del tejido social. Del mismo modo, los recortes drásticos en inversión ponen en riesgo la recuperación económica nacional, sin mencionar la reestructuración que sufre nuestro estado del bienestar. El pueblo español ha sido siempre permisivo, comprensivo si cabe, ante situaciones difíciles pero creo que se le está apretando demasiado mientras se le explica, sin sobrar los argumentos, que la asfixia es la salida a la situación. Personalmente creo que el Gobierno de la Nación se equivoca. La esperanza se retrasa si toda acción pasa por retroceder socialmente, contener el gasto sin otro objetivo que cubrir la deuda y evitar políticas de inversión que generen movimiento interno en nuestra economía. La obsesión por la deuda también puede hundir a un país cuya estabilidad, digan lo que digan, está amenazada por el rescate que ya llegó a otras fronteras. Ahora es el momento de los grandes líderes, que no tenemos, y es el momento de la política mayúscula, ausente de nuestras instituciones desde hace mucho tiempo. Pero si se mantiene el objetivo político en la meta electoral y aún se marca al contrario con colores ideológicos insalvables, nada se puede hacer. Cada vez me convence más el equívoco de la mayoría absoluta, sobre todo en tiempos de crisis, pues resulta desfavorable para los acuerdos nacionales tan necesarios en estos tiempos. Últimamente, al menos, está lloviendo.     

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