sábado, 27 de octubre de 2012

"Llorar por llorar". Fit Cazorla 2012


Risoterapia teatral
David Gómez Frías

Festival internacional de Teatro de Cazorla. 18 de octubre. Teatro de La Merced. “Llorar por llorar” creado por Cristina Medina, Joan Estrader, Gerard Florejachs y David Sant. Compañía Pez en raya. Actores: Cristina Medina y Joan Estrader. Dirección: David Sant.

 Con los tiempos que corren no resulta provechoso asistir a ciertos espectáculos con aires de crítico teatral, adornado con vocablos de erudición esporádica e inapropiada. Esta es, sin duda, la formula precisa con la que se evita el disfrute de lo sagrado o lo absurdo, de lo serio o lo ridículo, del texto que todo lo guía o de la imaginación creativa que libera a los amantes sin más del teatro. Un buen crítico (por fortuna no esconde tal condición mi persona) tal vez no habría llevado su paciencia hasta el encendido definitivo de las luces de sala, antes alcanzaría cierto estado de ebullición en las entrañas que aguantar lo contrario a su teoría. Por que, seamos honestos, “Llorar por llorar” no es una buena obra de teatro, tampoco es aconsejable justificar su éxito o fracaso en su facilidad para arrancar carcajadas al público. Sin embargo, el espectáculo teatral, que debe ser analizado examinando todo su contenido en conjunto, puede llegar a sorprendernos con gratitud. Frente a un texto que los amantes del teatro puro pudiesen esperar exquisito, denso, conductor de la trama, de los actores sobre los que brilla por sí sólo, Pez en raya lleva al público por el terreno del absurdo con un argumento previsible y moldeable. Siendo así, el secreto de su éxito se centra en el buen trabajo de los actores, en la necesaria y acertada improvisación de los mismos, en el humor fresco y al alcance de todos los públicos (también hay exquisitos en esto del humor) y en una permanente presencia de complicidad con el público. Arrancar risas desde un argumento superficial de novela negra policíaca y hacerlo sin demasiada excentricidad, aunque a veces se aprieta demasiado el chiste, logrando que el espectador pase de una risa a otra con sobrada sencillez, dice mucho y bueno de profesionales del escenario que  entienden el teatro como algo creativo, donde tiene cabida lo sublime tanto como lo irrisorio y vulgar. Tampoco en este montaje llegaremos a encontrar una extraordinaria puesta en escena, pues la cutrería y la simplificación se muestra necesaria en una historia donde los distintos personajes son en sí mismos decorado del absurdo. Pero pasen y vean, el círculo cerrado en el que se desarrolla la trama invita a la risa. La improvisación, llegados al caso, mejora los ingredientes de ciertos chistes y los prejuicios sobre el buen o mal teatro empobrece y condena nuestra imagen interior más ridícula. A reír toca que la vida ya se encarga de arrancarnos lágrimas en exceso. Allá por donde pase Pez en raya ábranles el acceso a los escenarios. El decorado de su trayectoria resulta ser un curso acelerado de risoterapia con adornos de espectáculo teatral para todos los críticos adultos. Y, quién sabe, quizá llegue a tener en sus manos el hilo conductor que argumenta las escenas de “Llorar por llorar”.          

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