domingo, 4 de diciembre de 2022


 

Desde la butaca

“Guerrero”

Maravilla Flamenca

David Gómez Frías

 

Marco: Festival Internacional de Teatro de Cazorla. Ciclo: Sala. Fecha: 2 de diciembre de 2022. Escenario: Teatro de La Merced. Obra: “Guerrero”. Baile: Eduardo Guerrero. Cante: Anabel Rivera, Pilar Sierra y Samara Montañez. Guitarra: Juan José Alba. Dirección musical: Javier Ibáñez y Juan José Alba.  Compañía: Eduardo Guerrero.

 

En la antigua China, hace veinticinco siglos, el general y filósofo Sun Tzu escribió El arte de la guerra, un libro compuesto por trece capítulos dedicados cada uno a un aspecto bélico. Sus enseñanzas son interpretadas hoy día, y llevadas a la práctica de la exigencia vital actual, con inquietud de crecimiento personal. Frases pequeñas de su contenido son extraídas a modo de lecciones que conforman el itinerario de crecimiento personal de cada vez más individuos. Eduardo Guerrero lo ha hecho para llevar la filosofía militar del maestro Sun Tze al arte del flamenco. En su cartel promocional, bajo título, aparece una lección extraída del mencionado libro “El arte de la guerra”: ‘La mejor victoria es vencer sin combatir’. Pero lo vivido en el teatro de La Merced, como cierre del FIT Cazorla fue un combate puro de emociones y quebrantos en el escenario y en el público. Aquellos entendidos en este arte inmaterial de la humanidad dirán que Guerrero pasó por múltiples palos, por distintas estructuras flamencas, serán capaces de distinguir saetas de seguiriyas, bulerías, nanas o serranas, hablarán también del refinado estilo del interprete, de su maestría o atrevimiento. Aquellos que sólo recibimos el producto final, sin olvidar el valor que hay que otorgar a cada proceso creativo, cultivado desde los orígenes infantiles del artista, apenas podemos sobrecogernos, dejar que se sobresalten todos nuestros sentidos y volar, taconear, soltar bravos al aire y contener alguna lágrima que quiere estallar, correr por tanta emoción contenida. Al fin y al cabo, eso fue ‘Guerrero’, un tránsito emocional, un paréntesis desgarrado de taconeo en el escenario que extendió su contagio a vuelo rasante sobre los ocupantes de cada una de las butacas. El arte de Guerrero viajó por los perfiles femeninos y masculinos de una creación efímera capaz de sobresaltar los espíritus tranquilos del público. Desgarro de guitarra sobre el silencio, taconeos, contornos y voces que atravesaban el pecho para ampliar el corazón ya henchido de arte. Movimientos contenidos o desbocados, femeninos y delicados, toscos de soldado combatiente en aquello de los amores distintos, traiciones distintas, perdones distintos. Voces que alcanzan la textura de todas las almas, alzando los desgarrados timbres sobre la intención colectiva del agradecimiento hacia un regalo de alta intensidad emocional. Al fin, todo lego en la materia debamos entender el flamenco, toda la exposición que lo acompaña, como una queja de alma que no puede ser contenida en el espacio limitado de los cuerpos, un quebranto del espíritu que se eleva sobre la provocación de la guitarra, que gime desde las gargantas que contienen hasta lo insoportable el dolor o la alegría, que mueve, retuerce, lleva en vuelo delicado el movimiento del cuerpo traductor hasta dar alcance al sagrado vínculo del arte. ‘Guerrero’ pasó por nuestro pecho para dejar cicatrices en la memoria, para llamarnos a despertar y permanecer anclados en la belleza inmaterial del flamenco. La mejor victoria es vencer y convencer con el arte que vuelve trémula el alma.

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